Hay quien duda de que el pueblo judío sea el pueblo elegido por Dios. Quizás no sea el pueblo elegido por Dios pero es un pueblo que ha ayudado a todos los demás pueblos. Desde luego, no se trata de subrayar la superioridad de nadie otra porque nadie es superior a nadie. Pero hay algo en lo que quizás deberíamos reparar para comprender las aportaciones del pueblo judío a la humanidad. Seguramente son equiparables a las de otros pueblos, pero en todo caso son decisivas para el desarrollo en todos los ámbitos del ser humano. Sólo esta observación debería bastar para que cesen las campañas de desprestigio hacia los judíos y se les sitúe en su justo lugar no sólo en el presente sino en la historia. Este recuento no pretende justificar nada de lo que está pasando en Gaza, pero reivindica su deber de defenderse no sólo en virtud del derecho que le asiste sino de esas mismas contribuciones a la humanidad.
El lumbreras de Ali Jamenei, líder de Irán, invitó a todos los musulmanes a boicotear los productos judíos. Lo cual los pone en una situación delicada, como registran Meyer M. Treinkman y Jorge García Hamilton, puesto que deben privarse del siguiente apresurado recuento:
170 judíos han recibido el Premio Nobel lo que supone el 25% por ciento de los premiados.
El pensamiento moderno es inseparable de Karl Marx, Sigmund Freud, Milton Friedman, Markowitz, todos judíos.
El judío Karl Landsteiner ideó el modo de administrar la insulina descubierta por el judío Minkowsky, y judíos fueron los descubridores de las vacunas contra la poliomielitis, cólera y tuberculosis.
La sífilis tiene cura gracias al descubrimiento del judío Ehrlich, así como la prueba que certifica la enfermedad debido al judío Wasserman.
El judío Ludwig Trube descubrió el medicamento Digitalis para paliar las enfermedades cardiacas.
Los judíos Widal y Weil elaboraron la novocaína para combatir el dolor de muelas.
El hidrato de coral es un remedio contra las convulsiones debido al judío Oscar Leibreich.
La máquina de coser se debe a otro judío, Isaac Singer.
Levi Strauss confeccionó por primera vez los jeans que hoy estilizan judíos como Calvin Klein o Ralph Lauren.
La calculadora es aportación del judío Abraham Stern.
Franz Kafka y Ana Frank fueron judíos.
Google es innovación de los judíos Larry Page y Sergey Brin.
Max Fleisher, creador de Marvel Comics, es judío.
Al judío David Rosen se deben los videojuegos SEGA.
También son judíos los directores de orquesta Leonard Berstein y Daniel Beremboim.
Israel es el único Estado democrático del medio y lejano Oriente.
Israel promovió el proceso Kimberly para certificar diamantes “libres de conflicto”.
Israel es el país con el porcentaje de universitarios más alto de todo el mundo.
Israel es el único país del mundo que ha aumentado sus árboles desde hace cien años.
Israel es el país que produce más documentos científicos por habitante de todo el mundo.
Israel es el segundo país en que más se lee en el mundo.
Israel ayudó con rescatistas y clínicas a Haití y Japón después de sufrir desastres naturales.
Israel ha realizado gratuitamente dos mil trescientas operaciones de corazón sin excluir a palestinos.
Cristo es judío, como la Virgen María, los doce apóstoles o Pablo de Tarso, San Pablo.
Por discreción omito las aportaciones del mundo musulmán a la humanidad. Todo indica que el mundo de hoy ha sido posible gracias al trabajo, esfuerzo y genio de los judíos, en colaboración con otros pueblos. Su actuación es determinante. No reconocerlo es negar nuestra propia historia. La evidencia es la que es y frente a la evidencia sólo queda aceptación. Nada justifica esta oleada de descrédito en contra de Israel fomentada después de haber sufrido el ataque terrorista más sangriento desde la guerra de Yom Kipur.
