La relación amor-odio de los chilangos con la CDMX

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La obra Chilangolandia, mi amor presenta las calles, ruidos y emblemas de la urbe en un escenario dinámico con títeres y actores

No se trata de las historias de la ciudad, sino de la historia de la ciudad misma. El calor dentro de una combi, el olor de una quesadilla, las inundaciones en las avenidas, la música del concreto, son emociones que viviremos a través de los títeres y objetos para expresar lo mucho que amamos una ciudad, pero que también nos da todo para odiarla.  

La obra Chilangolandia, mi amor, de Mario Conde, bajo la dirección de Alicia Jiménez y Abigail Espíndola, y las actuaciones de Abigail Espíndola, Omar Esquinca, Erika Franco y David Almaga, es un documental de teatro de títeres para adultos que rinde homenaje a la Ciudad de México, a quienes la habitan y la visitan. 

Este montaje contará con un dispositivo escénico que podrá transformarse y resignificarse dependiendo de cada escena mientras se manifiesta la reconstrucción de la arquitectura chilanga. La iluminación y la multimedia evocarán la memoria colectiva, sensaciones, ambientes y recuerdos de lo que ha sido y es nuestra urbe. Por otro lado, esta ciudad sonará con los característicos ruidos cotidianos que la envuelven, desde un pregón por la mañana hasta los de la vida nocturna.

Son 700 años de historia y de memoria, y el teatro de títeres permite evocar diferentes épocas en cuestión de segundos, asimismo, ubicar y reconocer lugares distintivos. Por otro lado, el carácter simbólico de los títeres ayuda a distinguir los rostros que han formado parte de la ciudad a lo largo del tiempo, explican las directoras.

Chilangolandia, mi amor es una relación compleja de amor-odio. Todos queremos salir de ella, pero no tenemos el valor de dejarla, estamos hastiados de la desigualdad y el contraste de realidades. Si tanto la odiamos, ¿por qué seguimos aquí?”, dijeron Jiménez y Espíndola.

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