El programa Pegasus y la dimisión-no dimisión de Pedro Sánchez

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Diferentes motivos explican la carta que envió el pasado jueves el presidente del gobierno de España a los ciudadanos informando que se tomaba unos días para considerar su continuidad en el cargo. La misiva publicada en X subraya dos directrices: la denuncia presentada en un juzgado de Madrid en contra de su esposa, Begoña Gómez, acusada de tráfico de influencias y enriquecimiento ilícito; y una supuesta conspiración del poder judicial y de medios de comunicación a los que sitúa en ese espacio imaginario que denominó en su momento “la facho esfera”.

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En realidad, el juez que tramita la causa se limitó a cumplir su función, puesto que ningún ciudadano está por encima de la ley en una democracia liberal regida por el estado de derecho. De manera que el juez Jun Carlos Peinado únicamente aplicó la independencia judicial que justifica la separación de poderes. Por otro lado, la escasez de medios de comunicación independientes exhibe la imposibilidad de ese “acoso” denunciado en la carta de Pedro Sánchez.

            No hay duda de que hay indicios razonables de actividad delicuencial de la mujer del presidente que levanta serias sospechas sobre la implicación del propio Pedro Sánchez. Sin embargo, hay un hecho menos publicitado pero que quizás explique la decisión del presidente: el caso Pegasus. Con este nombre se conoce a un programa informático israelí que únicamente vende a gobiernos.

El juez de la Audiencia Nacional de España, José Luis Calama, acaba de reabrir el “caso Pegasus” que consiste en el espionaje que sufrió el teléfono móvil de Pedro Sánchez por los servicios de inteligencia de Marruecos en 2022. La reapertura del caso se debe a nueva información proporcionada por autoridades francesas sobre este asunto que la propia Audiencia Nacional tuvo que cerrar en primera instancia al no recibir colaboración del gobierno español ni del israelita.

Curiosamente, tras ese espionaje Pedro Sánchez cambió la política española hacia el Sáhara posicionándose a favor de la autoridad de Marruecos en la región y renunciando a la responsabilidad histórica de España. Esta decisión la adoptó Sánchez sin consultar como es preceptivo ni con el Jefe del Estado, el rey Felipe VI, ni con el parlamento. Además, se desconoce la información real extraída del teléfono celular y sus consecuencias para la política española, aunque la decisión sobre el Sáhara parece vinculada a este hecho. Hace unas semanas Pedro Sánchez realizó una gira internacional para recabar apoyos con objeto de presionar para crear un estado palestino.

Tras los atentados de Hamás a Israel, el gobierno español se posicionó a favor de Palestina, por lo que recibió el agradecimiento de los grupos terroristas Hamás y Hezbolá. No es descartable que este posicionamiento contrario a los intereses Israel haya favorecido que éste haya hecho llegar a las autoridades francesas el contenido del celular espiado.

            El efecto de la carta de Sánchez no tuvo otra repercusión internacional que la aparición de grandes titulares en los medios de comunicación informando la presunta corrupción de Begoña Gómez. Ningún gobierno extranjero mostró su apoyo a la continuidad de Pedro Sánchez al frente del ejecutivo. El presidente de España está solo. Cuenta únicamente con la solidaridad del Partido Socialista Obrero Español y sus simpatizantes. Internamente, no hay una causa que explique la redacción de la famosa carta, puesto que Sánchez controla todos los resortes fácticos del país. Quizás Pegasus sea la verdadera explicación a una carta que se antoja tan infantil como insensata.   

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