Durante la madrugada del 26 de marzo, mientras la mayoría de la ciudad dormía, Larry DeSantis se dirigía a su segundo trabajo en Herman’s Bakery, como parte de su rutina diaria. Sin embargo, esa noche, su viaje se convirtió en un roce con la muerte cuando fue testigo del catastrófico derrumbe del puente Francis Scott Key.
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Con medios de comunicación, DeSantis compartió su experiencia, recordando cómo cruzó el puente centrado en los vehículos a su alrededor, ajeno al barco que colisionaba con la estructura. «Realmente ni siquiera vi el barco. Sólo me centré en lo que tenía delante», admitió.
DeSantis cree que fue uno de los últimos en salir del puente antes del colapso fatal. Las cámaras de tráfico capturaron su vehículo y un camión sin remolque minutos antes del trágico evento. Solo unos pocos automóviles más pasaron antes de que el puente se desplomara a las 1:29 a.m., arrojando vehículos y personas al río Patapsco.
Afortunadamente, DeSantis no estaba entre los desaparecidos. «Si me hubiera parado a hablar con alguien, con mi compañero de trabajo, un minuto probablemente hoy no estaría aquí», reflexionó. Agradecido por su seguridad, expresó: «Me considero muy afortunado».
Para DeSantis, este evento ha sido un recordatorio vívido de la fragilidad de la vida. «No puedo creer lo que me ha pasado. Me considero muy afortunado», compartió.
El derrumbe del puente Francis Scott Key ha dejado una profunda impresión en la comunidad de Maryland. Inaugurado en 1977, el puente prestaba servicio a miles de habitantes diariamente, y su ausencia ahora deja un vacío palpable. Aunque los buques aún pueden navegar por el puerto de Baltimore, los escombros bloquean el acceso, afectando el comercio y la vida diaria de los residentes.
Para DeSantis, cada vez que mira hacia el río Patapsco, donde solía estar el puente, siente la incredulidad compartida por muchos en Maryland. «Cuesta creer que ya no esté», concluyó.