En los últimos años, México ha experimentado un alarmante aumento en los linchamientos, reflejo de la crisis de autoridad, inseguridad e impunidad que aqueja al país. Entre 2016 y 2022, se han presenciado 1,423 linchamientos consumados y 196 intentos, mostrando una tendencia preocupante que exige una respuesta urgente por parte de las autoridades y la sociedad en su conjunto.
Estos sucesos evidencian una escalada en el fenómeno de los linchamientos en México. Investigaciones del Instituto Belisario Domínguez y la UAM Azcapotzalco arrojan que, desde 1992, el país ha experimentado un promedio de 3.5 linchamientos o intentos al mes.
Este aumento exponencial ha encendido las alarmas, especialmente en entidades como el Estado de México, Puebla, Ciudad de México y Morelos, identificadas como «focos rojos» en esta problemática.
La trágica muerte de Camila, una menor de ocho años en Taxco de Alarcón, Guerrero, desencadenó un acto de linchamiento que conmocionó al país. Tres individuos fueron brutalmente atacados por la multitud, supuestamente implicados en el crimen de la niña. Este incidente pone de manifiesto la gravedad de la situación y la urgencia de abordar las causas subyacentes de la violencia y el resentimiento que conducen a estos actos extremos.
La falta de una calificación oficial de los linchamientos dificulta la generación de estadísticas precisas y la implementación de políticas públicas integrales para prevenir estos actos atroces. Además, la Comisión Nacional de Derechos Humanos advierte que la ausencia de información precisa puede subestimar la gravedad de la situación en algunas regiones del país.
Los linchamientos, considerados como una de las expresiones más graves de la crisis de inseguridad, violencia e impunidad en México, representan un desafío urgente para las autoridades.
La magnitud y la tendencia creciente de los linchamientos en México demandan una respuesta contundente y coordinada por parte de las autoridades, la sociedad civil y las instituciones encargadas de velar por el respeto a los derechos humanos. La erradicación de este fenómeno requiere un esfuerzo conjunto y un compromiso firme para construir un país más seguro y justo para todos.
Con información de Instituto Belisario Domínguez del Senado y la Comisión Nacional de Derechos Humanos.
