La península de Reykjanes en Islandia ha sido testigo de la cuarta erupción volcánica desde octubre pasado, marcando un evento significativo que podría ser la más fuerte hasta la fecha. Según informes de la Oficina Meteorológica de Islandia (IMO), la erupción volcánica ha perdido algo de fuerza, al igual que la actividad sísmica asociada.
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El evento comenzó el sábado a las 20:23 h, con tres kilómetros de fisura eruptiva activa. Aunque la intensidad de la erupción ha disminuido durante la noche, aún persisten tres aberturas activas en la fisura.
Una de las preocupaciones actuales es la proximidad de la lava a la infraestructura crítica. La lava ha avanzado hacia la tubería de distribución de agua de la central eléctrica de Svartsengi, aunque hasta el momento se ha logrado contener a unos 200 metros de distancia. Sin embargo, existe la incertidumbre sobre la intensidad de las emisiones de gas, lo que añade una capa adicional de preocupación para los equipos de respuesta de la zona.
Otro frente de lava amenaza con dirigirse hacia la aldea de Hraun, justo al este de Grindavík, lo que ha llevado a la evacuación preventiva de algunos residentes para proteger sus pertenencias.
La lava se encuentra ahora a aproximadamente un kilómetro del mar, lo que plantea preocupaciones adicionales debido a la posible interacción entre la lava alcalina y el agua marina, que podría resultar en la emisión de vapores de cloro o incluso pequeñas explosiones.
Esta erupción ocurre apenas cinco semanas después de la última, lo que subraya la actividad volcánica considerable en la región en los últimos meses. La rápida respuesta y evacuación de aproximadamente 700 personas de áreas cercanas, incluida la popular Laguna Azul, refleja los esfuerzos de seguridad y gestión de emergencias en curso en Islandia.
