En un evento en la Casa Blanca, la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, junto al rapero Fat Joe y personas indultadas por el presidente Biden, hizo una declaración contundente: «Nadie debería ir a la cárcel por fumar marihuana». Harris calificó las restricciones federales actuales sobre esta droga como «absurdas».
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La marihuana, según Harris, está clasificada en la misma categoría que sustancias altamente adictivas como la heroína, lo que considera injusto y fuera de proporción. Este comentario llega en un momento crucial, con la expectativa de que la DEA reevalúe su clasificación, potencialmente retirándola de la lista de sustancias sin uso médico aceptable.
La propuesta del Departamento de Salud de EE.UU. el año pasado de reclasificar la marihuana como una sustancia de menor peligrosidad ha sido bien recibida por muchos, especialmente dadas las consecuencias desproporcionadas que ha tenido en las minorías afroamericanas e hispanas.
La posición de Harris refleja un cambio en la percepción pública sobre la marihuana, con una creciente aceptación de su uso medicinal y recreativo. Actualmente, su uso recreativo es legal en 24 estados y el Distrito de Columbia, mientras que 38 estados permiten su uso medicinal.
El tema adquiere especial relevancia en el contexto político, ya que el presidente Biden, buscando el voto joven, está alineado con la tendencia hacia la despenalización de la marihuana. Aunque la legalización federal aún está pendiente y persisten discrepancias en los estados, el movimiento hacia una política más permisiva respecto a la marihuana parece ser imparable.
