Albert Camus en el cadalso

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El académico norteamericano y especialista en cultura francesa Oliver Gloag publicó hace unos años un par de artículos, “The Colonial Contradictions of Albert Camus” y “Albert Camus and the Fantasies of Empire”, en la revista Jacobin.com, incoando las tesis ahora sostenidas en el breve volumen Oublier Camus (Olvidar a Camus) (2024). La crítica al autor de La peste ha levantado una espesa polvareda en Francia, donde sigue siendo autor predilecto. El libelo se inscribe en los estudios poscolonialistas impulsados por la ideología woke que proceden a un revisionismo de autores y obras a los que se cancela en automático si no se apegan al ideario. Los estudios poscoloniales inician con la publicación de Edward Saïd Orientalismo.

El Oriente creado por Occidente (1980). Trece años después, el estudioso entregó a imprenta Cultura e imperialismo, en que expone la ruptura entre Camus y Jean-Paul Sartre a causa de la negativa del primero a apoyar la independencia de Argelia. Gloag afirma que Camus fue colonialista y machista, acusaciones suficientemente serias para la ideología woke como para descalificar sus aportaciones intelectuales y justificar su cancelación de las aulas universitarias. Sorprende que un especialista en cultura francesa no haya ponderado la importancia de Camus en Francia y la previsible ola de descalificaciones hacia su librito.

El norteamericano ha sido acusado por la prensa francesa de “deshonestidad intelectual” y de rehabilitar “los procesos estalinistas de los años cincuenta”. Entre los críticos de Olvidar a Camus, se apela a un ataque injustificado sin contemplar el contexto en que escribió Camus, aplicando al pasado ideas del presente que quizás están muy bien en el presente pero no existían en ese pasado. En realidad, las ideas de Camus no necesitan defensa puesto que obedecen a un ejercicio de libertad en que lo significativo es el ejercicio de la libertad y no necesariamente el sentido y orientación de sus ideas. 

Albert Camus se posicionó en el conflicto de Argelia en contra del terrorismo y a favor de encontrar una salida política que integrara Argelia como estado autónomo en Francia. Se recuerdan hoy estas palabras del escritor: “Siempre he condenado el terror. De igual manera, debo condenar cualquier terror que se ejerza ciegamente, en las calles de Argel, por ejemplo, y que le pueda tocar a mi madre o a mi familia. En el momento en el que estamos hablando, están tirando bombas en el tranvía de Argel. Mi madre podría estar en uno de esos trenes. ¡Si ésta es vuestra justicia, prefiero mi madre a vuestra justicia”. Como si conversara en la mesa de un bar, Gloag las manipula a conveniencia al colegir que lo que dijo su autor fue que prefería a su madre a la justicia, cuando lo que afirma es que prefiere a su madre a una justicia con bombas.

Oliver Gloag representa lo peor de la academia norteamericana, muchedumbre en la actualidad, que desconociendo lo que dice un autor es capaz de formular juicios sumarísimos destinados a exponer la cabeza del reo de turno en el cadalso de la guillotina. Gloag tiene derecho a expresar sus ideas incluso cuando residen en meras opiniones sin fundamento, pero tiene el deber de respetar las de los demás.

El caso muestra la decadencia de la universidad norteamericana a la que no se accede ni se progresa por méritos, sino por la militancia en un ideario contrario a la libertad. Cabe esperar que Camus sea cancelado de la universidad norteamericana en lo inmediato, pero el escritor sobrevivirá incluso a esas universidades cuyas piedras sepultarán a la ideología woke y a individuos incompetentes y oportunistas como Gloag.

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