Este domingo, Federico X fue proclamado el nuevo monarca de Dinamarca tras la firma de su madre, la reina Margarita II, en su acta de abdicación durante una reunión del Consejo de Estado celebrada en el castillo de Christiansborg en Copenhague, la sede del Parlamento.
Aunque Margarita II retiene el título de reina y la función de regenta interina, dejó el castillo después de formalizar la abdicación en coche, mientras los recién coronados reyes celebraban una pequeña recepción con la presencia de destacados invitados, entre los cuales se encuentran la primera ministra danesa, Mette Frederiksen, y los presidentes de los territorios autónomos de Groenlandia y las Islas Feroe.
Siguiendo la tradición danesa, no hubo dignatarios reales de otros países presentes en los eventos, ni se llevó a cabo una ceremonia de coronación. Sin embargo, Federico estuvo acompañado por su hermano menor, el príncipe Joaquín, y su hermana mayor, Mary.
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Después de la proclamación, los nuevos reyes realizaron un recorrido en carroza por el centro de Copenhague hacia su residencia en el complejo palaciego de Amalienborg, siendo aclamados por miles de daneses que llenaron las calles desde temprano.
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El primogénito de Federico X y Mary, Christian, de 18 años, asume el papel de nuevo príncipe heredero en lugar de su padre. La abdicación de Margarita II, de 83 años, fue anunciada de manera sorpresiva en su discurso de Fin de Año, citando problemas de salud debido a una complicada operación de espalda y la necesidad de ceder el paso a la nueva generación.
A diferencia de otras monarquías escandinavas, en Dinamarca no existe una tradición arraigada de abdicación, siendo el último precedente casi 900 años atrás. La reina había afirmado en múltiples ocasiones que su posición era «un deber de por vida». Tanto la monarquía en sí como Margarita II y los nuevos reyes disfrutan de un sólido respaldo popular, con cifras que superan el 70 % para la institución y el 80 % para sus miembros más destacados, según las últimas encuestas.
