Resultado de la convivencia y la camaradería, el pintor Rodolphe Salis inauguró el 18 de noviembre de 1881 el cabaret Le Chat Noir, ideado para reuniones de artistas, ubicado en el número 84 del bulevar Rochechouart, en Montmartre; tres años más tarde, se trasladó al 12, de la rue Victor Masse, decorado por Henri Rivière y Caran d’Ache, cerrando sus puertas en 1897. Además de exposiciones de incohérents, se representaban sombras chinescas muy del gusto del propietario. A la par, fundó junto con Émile Goudeau un semanario satírico del mismo nombre con objeto de publicitar el local, incluyendo colaboraciones de clientes habituales. Se sumó a la promoción el cartel “Tournée du Chat Noir”, diseñado por Théophile-Alexandre Steinlen en 1896. La gaceta apareció regularmente entre enero de 1882 y marzo de 1895. En sus páginas publicaron Léon Bloy, Paul Verlaine, Edmond de Goncourt, Guy de Maupassant, Jean Richepin.
El establecimiento se dirigió a disipar el estado enfermizo del fin de siglo. Resulta significativo que el Chat Noir fuera adoptado como referencia de Montmartre, situando de manera muy visible el centro de la actividad artística y literaria de París. Impulsó la carrera literaria de autores como Léon Bloy de quien escribe Darío en Los raros: “¡Este Isaías, o mejor, este Ezequiel, apareció en el Chat Noir!” Bloy tuvo un altercado con Goudeau recogido en “El arte de disgustar o la cabellera crítica” y expuesto al inicio del ensayo: “El redactor jefe de Le Chat Noir, Émile Goudeau, el irascible detractor de las furias humanas, el barón de Trenck del amor que se imaginó esperando el ómnibus mientras se paseaba por los canalones de la calle Ulm, el ‘trueno de Périgord’, está enfadadísimo conmigo”. Pero reconocía la deuda con la revista como también registra Darío: “He vivido totalmente desnudo hasta hace poco y no me he vestido de forma decente hasta que entré en el Chat Noir”. Rubén atribuye al cabaret el debut de Édouard Dubus que se hizo “poeta en el Chat Noir, con Trinchant y Cross”.
El local no sólo atrajo el interés de círculos artísticos sino también de grupos anarquistas que compartieron los espacios de la Butte entre 1889 y 1896. Artistas y escritores no ocultaban inclinaciones libertarias, como los pintores Paul Signac, Camille Pissarro, Toulouse-Lautrec, Maximilien Luce, Henry Ibels; los poetas Alphonse Retté, Paul Adam, Laurent Tailhade. Merriman considera que “con los recuerdos aún vivos de la represión brutal de la Comuna de París, Montmartre representaba la alianza informal entre el anarquismo y el arte de vanguardia”. Frente a movimientos serios y formales en lo literario, otros dotaban al ambiente artístico de temperatura chispeante y alborotada. En todo caso, a estos conviene una improbable bohemia hacia 1885. En el Chat Noir predomina aparentemente ambiente bohemio, pero es otro tipo de bohemia a la mistificada por Henri Murger. Sofisticada, parece inseparable del anarquismo de la hora en que la simulada miseria es recurso subversivo con propósito político. Su significado no se dirige a esa desinteresada profesión de arte, sino a promover la revolución social. El Chat Noir fue ese laboratorio que mezcló elementos pasados y presentes como reactivo ante la desazón fin de siglo.