Llegan a su fin las cansinas y tediosas campañas de las corcholatas.
Llegan a su fin las cansinas y tediosas campañas de las corcholatas. Tras dos meses de recorrer el país diciendo lo mismo, proclamando lo mismo, informando lo mismo, se enfrentan al momento decisivo decidido hace más de dos años. Andrés Manuel López Obrador tuvo la humorada de poner a rodar a unas corcholatas que seguramente tenían mejores cosas.
La iniciativa presentada como acción democrática solo se justifica como un capricho del presidente para exhibir una vez más su autoridad o su autoritarismo. Obedientes, las corcholatas se lanzaron a recorrer las carreteras y a surcar los aires a cargo del erario, ocultando gastos y maquillando excesos.
La única enseñanza que dejaron fue la categoría de las corcholatas como candidatos. El ciudadano asistió a un espectáculo en absoluto espectacular que oscilaba entre los bostezos de Claudia, la hiperactividad de Fernández Noroña, los reclamos variados y coloridos de Marcelo Ebrard, los relojes y aviones de Adán Augusto y no se sabe qué de Velasco.
Al inicio de la competencia cada uno ocupaba el mismo lugar que ocupa ahora. No es que no hubiera posibilidad de que unos adelantaran a otros en las preferencias, es que la orden ha sido que nadie se moviera de su sitio.
En cuarentaiocho horas se sabrán los resultados
La dinámica de las campañas muestra la del gobierno en estos cinco años: apariencia de movimiento. En dos días se conocerá el resultado del desenlace del proceso democrático que no es democrático. En apenas cuarentaiocho horas se sabrán los resultados de unas encuestas que ya se conocen sin necesidad de proceder al recuento, aun cuando Mario Delgado atraiga la expectación del ciudadano al proclamar haciéndose el interesante: “apenas llevamos el 40% del recuento de las encuestas”.
Pero también puede decirse lo contrario. La novedad impulsada por López Obrador para elegir candidato de Morena inaugura una nueva manera de elegir al candidato. Atendiendo a la equidad, igualdad y respeto a cada uno de los candidatos, cada uno se lanzó a una campaña con objeto de adelantarse a sus competidores. Disciplinados y profesionales, se aplicaron a recabar apoyos por toda la geografía nacional. Mensajes vibrantes y consignas recias llenaron el cielo de México: “primero los pobres”, “construiremos el segundo piso de la 4T”, “aceptaremos el resultado de las encuestas”.
Después de más de sesenta días de campaña, la competencia está cerrada, auscultaciones preliminares vaticinan sorpresas para este miércoles cuando se informarán los resultados. Nadie sabe de qué lado caerá la preferencia ciudadana. En estos momentos, los cinco candidatos valoran sus posibilidades, reflexionan sobre las jornadas pasadas y fantasean ante la posibilidad de ser el ungido. Nada está dicho, nada cerrado. La voz del pueblo a través de las encuestas distinguirá el miércoles al elegido.
Sin importar a qué opción se adhiera cada quién, el miércoles se conocerá al candidato de Morena una vez que las encuestas hayan dictado su preferencia.