Los resultados de las encuestas dados a conocer el lunes pasado provocaron ataques de nervios
entre las responsables de la campaña del Frente Fuerza y Corazón (se ignora qué fuerza y qué
corazón). A decir verdad, de momento la campaña de Xóchitl se limita a una lluvia tupida de
corazones de colores variopintos sin ton ni son. Corazones van y corazones vienen a todas
horas y en todas direcciones. No parece que Max Cortázar haya tomado todavía el control de
comunicación política. Seguramente está ocupado en lo esencial: pintar el cubículo, dar su visto
bueno a la sala de reuniones, checar las redes, aconsejar a la candidata que se ponga a dieta para
que una vez que inicie la campaña inicie de verdad. Ante los guarismos, Claudia Sheinbaum
sonrió. Su estrategia de no hacer nada, eso que llama “continuidad”, demuestra efectividad.
Nada la desalienta, ni siquiera los bostezos de los acarreados a sus eventos. 20 puntos de
distancia sin hacer nada son una distancia más que confortable. Hay que pensar qué aceptación
puede obtener el día que se decida a moverse, poco eso sí. Samuel García, impresentable con
ínfulas de carnicero, se frota las manos ante los resultados de la casa encuestadora Territorial:
rebasa en cuatro puntos a Xóchitl, posicionándose segundo en la carrera presidencial. La de
Buendía lo ubica en tercer lugar, pero desde el equipo de Samuel informan que la buena es la
de Territorial, la de Buendía la paga el Frente.
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Hay dos candidatos que ya trabajan de manera cohesionada y organizada: Claudia y
Samuel. Otra más desconoce en dónde está parada: Xóchitl Gálvez Ruiz. Ese aparente
desconocimiento es estrategia de una audaz campaña que consiste en nadar de muertito hasta
el momento de adelantar Claudia. Mientras tanto, no importan los puntos que le saque porque
son perfectamente recuperables no en virtud de la candidata sino de la novedosa estrategia.
Margarita Zavala con prestancia de estadista tranquilizó a los simpatizantes del Frente en redes:
“Esas encuestas son mentira. Xóchitl sólo es conocida por el 50% de la población. Hay que
tener esperanza”. ¿Esperanza? Noviembre, y se pide a los seguidores de Xóchitl que deben de
tener esperanza. ¿Esperanza en qué? De las palabras de la portavoz se deduce que un sesudo
análisis de la tesitura arroja el siguiente resultado aplicado a la estrategia: las encuestas mienten,
la candidata va mucho mejor de lo que indican, hay que tener esperanza y todavía no han
empezado las campañas. No falta la autocrítica: Samuel García es un traidor porque roba votos
que son de Xóchitl. Todo indica que las integrantes del equipo de Gálvez están al borde de un
ataque de nervios. En la película de Almodóvar ese ataque era resultado de un embrollo cada
vez más confuso. Aquí es lo mismo, sólo que está en juego la presidencia de la República y no
es una película de momento.
Claudia y Samuel están a lo suyo. Sobre todo Sheinbaum, imparable, disciplinada, sin
cometer errores porque es difícil cometer errores cuando no hay nada que hacer ni decir.
García enfocado en un público joven desengañado de la política que advierte en él un
sucedáneo antisistema aunque no haya nadie más sistema que García. Xóchitl no está en nada,
ni siquiera recuerda el nombre del libro que iba a presentar en la FIL. Eso sí, con todo tipo de
malas palabras que la identifican con el pueblo según piensan ella y su equipo. Almodóvar
debería acercarse al equipo de campaña de Xóchitl, no hay duda de que le inspiraría varias
comedias con nervios y sin nervios, sumando y restando, pero siempre con corazones.