La cumbre del G7 inició con una gran expectativa tanto para la comunidad internacional como para los mexicanos.
En el plano internacional se esperaba que los líderes de las naciones más importantes del mundo concretaran acuerdos de alto impacto para la economía global así como para sentar las bases de las negociaciones que permitan alcanzar una paz duradera en la guerra entre Rusia y Ucrania. En lo que concierne a México, había una gran expectativa en dos ejes importantes que bien podrían haberse abordado por separado: el primero, acuerdos de trascendencia con Canadá como la suspensión de la exigencia de la visa a los mexicanos para recuperar un libre acceso a esa gran nación, y el segundo, un acuerdo bilateral comercial importante. En lo que concierne a la relación con los Estados Unidos había la esperanza de que se abordaran los temas migratorios, las políticas arancelarias y la lucha contra el narcotráfico.
Sin embargo, el ataque de Israel a Irán y su rápida escalada obligó a Donald Trump a anunciar su retirada de manera casi intempestiva, cancelando todas sus reuniones privadas con los líderes del G7 y con la propia Presidenta de México. Primero habría que analizar el impacto que el anuncio del Presidente de los Estados Unidos generó porque tan pronto se dio a conocer su decisión propició la especulación de una posible guerra nuclear de mayores dimensiones, mismas que hoy en día son una posibilidad real en Medio Oriente. Segundo, la retirada de Donald Trump rompió la esperanza de lograr algún tipo de acuerdo diferente y que fuera positivo para la agenda global. Es una de las primeras ocasiones en las cuales la cumbre del G7 concluye sin pronunciamientos de alto impacto y sin acuerdos sustantivos. En las buenas intenciones se quedaron los acuerdos de paz y los acuerdos comerciales porque no hubo nada diferente. En tercer y último lugar hay que reconocer que México se vio imposibilitado, si quiera, para conversar brevemente con Donald Trump, pero ante ello se esperaba un anuncio bilateral importante con Canadá, cuando menos se creía que Mark Carney y la Presidenta Claudia Sheinbaum dirían algo respecto de las visas y el acuerdo comercial, sobre esto dos grandes asuntos sólo nos quedamos con la foto de dos presidentes sosteniendo un balón de soccer de alta calidad artesanal y recordando lo que ya sabemos todos, que habrá un mundial de esfuerzos compartidos. En realidad, de entre todos los líderes allí presentes, muchos ya tienen acuerdos sólidos importantes y ciertamente nuestro México es el más débil ante ellos y no se vio audacia, agenda de Estado, estrategia política para abordar a cada mandatario, en suma: nos quedamos sin nada. Para cualquier mandatario de los allí reunidos es común encontrarse nuevamente, incluso para Donald Trump es accesible hablar con Mark Carney o cualquier otro, pero en el inmenso y apabullante escenario político global esta accesibilidad no es la misma para los países de Latinoamérica, incluso para México que aún no ha logrado que la Presidenta se reúna cara a cara con Donald Trump. En suma, dejamos pasar una agenda importante de acuerdos con países que representan mucho en la economía mundial, pero México solo mira a Donald Trump ignorando el conjunto de un bloque mucho mayor.
Quien sí supo aprovechar este marco fue sin lugar a dudas el Presidente de Canadá, el prestigiado economista Mark Carney quien recibió el apoyo firme y decidido del G7 quienes destacaron su alto perfil y su capacidad para liderear a un gran nación como la canadiense, el mismo Donald Trump inclusive, se mostró generoso con sus comentarios. En esta cumbre aún sin resultados contundentes, reivindicó el lugar de Canadá como una nación de acuerdos y de avanzada en la que es posible que quienes piensan diferente, puedan reunirse para discutir los temas importantes del mundo.