Más que la civilización, la justicia es la necesidad del pueblo. Pietro Colletta.
Conciliar el concepto de la Justicia con lo Social es uno de los proyectos casi irrealizables en
la historia de la humanidad. Primero porque la Justicia es en sí misma un ideal tan subjetivo
como la interpretación de las leyes y la aplicación de las mismas y por otro lado, debido a
que lo Social tiene una implicación abstracta cuando se toma en cuenta al “pueblo” y a la
figura del “individuo”.
No obstante, encontramos a la Justicia Social en los discursos de todas
las civilizaciones y en rubros que van desde lo laboral hasta lo político. De hecho el 26 de
noviembre de 1967 la Asamblea de la Naciones Unidas instituye el 20 de febrero de cada año
como el Día Internacional de la Justicia Social e incluye en su agenda temas sensibles que
abordan los derechos laborales, los derechos humanos, las perspectivas sociales y el empleo
y recientemente, la justicia social para una globalización equitativa.
En el marco de esta conmemoración la Organización de Naciones Unidas encabeza cinco
actividades en igual número de ciudades: Lograr la protección social universal en salud para
la justicia social en Asia y Pacífico, La justicia social en la era digital: el impacto de la IA
en el mercado laboral, El trabajo decente en África: un componente clave de la justicia
social, Justicia social en el ámbito del trabajo: Un nuevo contrato social para América
Latina y Fortalecer una transición justa para un futuro sostenible.
Cada uno de estos temas es una provocación para el trabajo social y jurídico de las naciones, simplemente la
Inteligencia Artificial en el mercado laboral ha desatado preocupaciones y debates
importantes porque ante el uso de la IA se anteponen los derechos laborales del hombre, pero
al mismo tiempo la IA tiene la ambición de remplazar al hombre mismo e imponerse como
el modelo supremo en la cadena de producción.
Sin embargo, el contraste es de tal magnitud que aun cuando existen potencias mundiales utilizando la IA, tenemos países (la mayoría) que se encuentran lejos de estar al mismo nivel de avance tecnológico en los cuales, la explotación laboral de los niños y de los jóvenes, la mal pagada jornada laboral, el trabajo
ilegal, la discriminación salarial y racial, son sólo algunas de las injusticias existentes. De allí
que la justicia social para una globalización equitativa se antoja no sólo debatible sino utópica
debido a que cada país tiene una realidad diferente, posee sus propias complejidades y
limitaciones y al mismo tiempo, no están en las mismas condiciones ni de competencia, ni
de accesibilidad a las herramientas tecnológicas y este simple y sencillo componente, altera
la ecuación por completo. Suponer la equidad en un mundo inequitativo, es tanto como
buscar la igualdad en un sociedad profundamente desigual. Los hombres hemos globalizado
las guerras, el hambre y la pobreza, pero somos incapaces de democratizar la justicia, la
igualdad y la libertad.