James Joyce

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El 13 de enero de 1941 falleció James Joyce, uno de los titanes de la literatura universal cuya presencia literaria no se mide por el número de libros editados sino por la complejidad, técnicas literarias innovadoras y la trascendencia del contenido de su obra.

El Ulises lo consolidó como escritor y ha trascendido en el tiempo, convirtiéndose en una de las obras
indispensables de la humanidad. Pero el James Joyce del Ulises es también el de Finnegans Wake, el del Retrato de un artista adolescente y de los Dublineses, obra que de forma particular ahora destaco.

La obra de los Dublineses fue publicada en 1914, comprende quince cuentos, los cuales en su estructura, se ubican en la infancia, la adolescencia, la pubertad y la madurez de Joyce. Publicarlos no fue fácil para el irlandés, estos cuentos son testimonios de una Irlanda densa, abrumadora por su doble moral y un patriotismo que, en ese momento no alcanzaba a adivinar su porvenir. De allí que lastimara tanto la sensibilidad irlandesa a grado tal, que los linotipistas quemaron los negativos porque la verdadera literatura, tiene la cualidad de incomodar al mundo que critica, al orden impuesto de las cosas que asfixian la libertad
intelectual y atentan contra la inspiración creadora.

Cuando Joyce escribe los Dublineses, tiene conciencia de esta realidad, sabe que la Irlanda de ese momento reprime toda expresión del arte porque ella les muestra el rostro verdadero de una sociedad mediocre, encantada de serlo. Y lo más grave del caso, es que esos personajes de su literatura lo mismo que las
personas de carne y hueso, no tienen interés en cambiar. Quizás por esa razón Eveline – personaje de uno de los cuentos más emotivos-, en el punto crucial de la historia se contrae, empequeñece y no alcanza a dar el paso definitivo porque tiene un peso que no la deja avanzar, el peso de una familia de la cual se responsabiliza.

Aquí salta una de las partes interesantes de Dublineses, los elementos constantes en sus cuentos. En la primera parte destaca la parálisis, el no hacer nada, el quedarse impotente, como muchos de los irlandeses
que son incapaces de salir de su nación y alterar el rumbo de sus vidas. Sobresale también, el aspecto religioso y político como en el cuento Después de la carrera y las diferencias de unos habitantes, cuyas discusiones oscilan entre el nacionalismo y la preferencia por Inglaterra. La distancia que Joyce mantuvo con su nación, es también la distancia que le dota de otra perspectiva. Uno de los cuentos Los muertos, una aparente historia de amor refiere lo que él percibe, la fragilidad del hombre y su lugar en el corazón de los otros a quienes considera suyos; de la incapacidad para amar de nuevo como se ama la vez primera y del
concierto de sombras que somos al paso de los años.

Por contenidos de este tipo, que son los grandes temas de la humanidad, los Dublineses es lectura obligada para iniciarse en los caminos que conducen a la tierra de Joyce, a ese lugar extraño y enigmático en el que Leopold Bloom y Stephen Dedalus no esperan al pie de una barra dispuestos a brindar por Molly Blom o por qué no, por la misma Eveline.

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