Un anciano senil y un loco en un debate sin debate

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El debate de la noche de ayer jueves entre Joe Biden y Donald Trump, que había generado enormes expectativas, transcurrió de manera inesperada rozando por momentos la pena ajena y la vergüenza de los espectadores. No se limitó únicamente a la exhibición de senilidad de Biden que despertó preocupación por su estado de salud, sino también por las intervenciones de Trump trufadas de mentiras, hipérboles y bravuconerías. Un debate en que a la debilidad física y mental del demócrata se opuso el vigor y el desvarío del republicano.

El presidente de EEUU se quedó en blanco al menos en tres ocasiones a lo largo del debate, casi siempre titubeante y habitualmente confuso en sus réplicas, a las que no ayudaban una presentación física en que destacaba la cara llena de bótox que lo asemejaban a un muñeco roto.

Ante la mirada atónita de Trump, intervino Biden en actitud congelada al tratar asuntos de salud: “Asegurarnos de que somos capaces de hacer a cada persona solitaria elegible por loque he sido capaz de hacer con covid, perdón con… enfrentarnos con todo lo que tiene que ver con… Finalmente, superamos Medicare”.

Otro episodio que ha sido reseñado es cuando a propósito de la crisis migratoria ha espetado Biden: “la iniciativa total relativa a lo que vamos a hacer con más patrullas fronterizas y más asilumofers”.

Trump respondió a esta última intervención despertando la sonrisa de los moderadores: “realmente no sé lo que ha dicho al final de esto. Creo que ni él sabe lo que ha dicho”.

A la actuación de Biden, se sumó la ayuda que necesitó de su mujer Hill Biden para poder abandonar el estudio de televisión de CNN en que se desarrolló el debate.

Terminado el cara a cara, las redes sociales se llenaron de referencias al estado de salud del presidente de EEUU, generando todo tipo de especulaciones sobre las opciones que tiene el partido demócrata que celebrará su convención para ratificar a su candidato a la presidencia en agosto.

Cabe reseñar que Trump mostró en algún momento cierta compasión por su rival, al que no quiso rematar porque no hizo falta, Biden se bastó a sí mismo en la faena de descabello.

La imagen que salió ayer maltrecha y desacreditada no fue sólo la de Biden y Trump, sino la de un país que apuesta para el cargo de presidente entre un anciano senil y un loco.

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