Las primeras acciones, discursos o posturas son muy importantes para mantener la credibilidad y legitimidad de un nuevo gobierno ante los ciudadanos que generalmente están esperanzados por la llegada de un nuevo líder.
El caso argentino no es la excepción. El domingo Javier Milei juró como presidente, recibió la banda y el bastón que le dio Álvaro Fernández. El protocolo marcaba realizar esta ceremonia en el Congreso, pero Milei decidió hacerlo en las escalinatas y así contar con la presencia de la gente.
Fue un discurso bien estructurado, supo equilibrar bien los argumentos racionales y emocionales, donde le recordó a la gente la dura realidad que enfrenta Argentina y las medidas dolorosas que tendrán que enfrentar. Siempre de la mano de elementos emocionales como la identidad, el amor a la patria, la valentía, el esfuerzo y la libertad. Ante aplausos, porras y gritos, el mandatario dividió su discurso de 35 minutos en tres etapas:
- Contexto: Revivir el sentimiento ante la crisis económica, social y política, habló del fracaso del modelo argentino, de la desilusión del Kirchnerismo, la estanflación, el desempleo, pobreza, narcotráfico, violencia, falta de seguridad y la falta de oportunidades.
- Medidas: Combatir el populismo y liberalización de la economía por medio del recorte presupuestal al gasto público, reducción del estado, no más emisión de dinero, apoyo a los empresarios. A corto plazo la situación empeorará por las medidas de shock que habrá que tomar.
- Esperanza: Es el último mal trago para empezar con la reconstrucción de Argentina. Habrá luz al final del camino por medio de un ajuste ordenado, será duro, tendremos que hacer sacrificios en comunidad. Veremos los frutos de nuestro esfuerzo, con crecimiento sólido y sostenido en el tiempo. Fueron 100 años de fracaso, pero hoy empezamos a combatirlo. Tenemos la resiliencia para salir adelante de la mano de la libertad.
Sin duda un discurso bien estructurado, que combinó lo racional y lo emocional de una manera equilibrada, para cerrar de una manera emblemática, utilizó su frase única y distintiva: “Viva la libertad carajo”.
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