Ucrania celebra estar en la lista de espera

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Los Jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea acordaron este jueves iniciar conversaciones para que Ucrania forme parte de la organización en un futuro. La decisión ha sido rápidamente celebrada por el presidente ucraniano Volodímir Zelenski, quien seguía la cumbre de Bruselas con alta expectación. Se trata de una resolución importante y simbólica para Ucrania, en un momento en el que el apoyo de Occidente a Kiev parecía estar disminuyendo. Sin embargo, hay algunos puntos que es importante matizar al respecto.

En primer lugar, esta decisión no significa que Ucrania vaya a recibir su membresía en el corto plazo, sino que es solo el inicio de un proceso de adhesión complejo y burocrático que podría demorar muchos años. Para contextualizar, en estos momentos la Unión Europea cuenta con una lista de nueve países que se encuentran bajo el estatus de “candidatos” a formar parte de la organización. Entre ellos destaca el caso de Turquía, estado que lleva siendo reconocido por Bruselas como aspirante desde 1999, sin que su inclusión parezca cercana. Además de los ya mencionados, el resto son Serbia, Montenegro, Albania, Bosnia, Georgia, Moldavia y Macedonia del Norte. De hecho, Ucrania mismo ya había sido aceptado como un estado candidato desde junio del año pasado, unos meses después de que metiera su solicitud tras la invasión de Rusia.

Dicho esto, lo que realmente se festeja en Bruselas sobre el acuerdo de esta semana es haber superado el veto de Hungría, estado que más reacio se había mostrado ante la idea de empezar las negociaciones para incluir a Ucrania en el club comunitario, que actualmente se conforma de 27 países. El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, nunca ha negado su afinidad con Vladimir Putin, lo que ha provocado que, desde los adentros de la propia Unión Europea, Hungría se haya convertido este último año y medio en un constante saboteador del apoyo continental hacia Kiev.

Desde el inicio de la invasión rusa, la Comisión Europea, el brazo ejecutor de la Unión, ha conseguido eludir la negativa húngara en la mayoría de las políticas de ayuda y cooperación con Ucrania, pero la inclusión de un nuevo estado miembro a la organización requiere de un voto unánime por parte de los 27 miembros, lo que no será una tarea fácil de conseguir. Por lo pronto, ya hay luz verde para empezar las negociaciones y comenzar a allanar el camino para Ucrania. Esto después de una cumbre en la que Orbán tuvo que abandonar la sala unos minutos antes de la votación final, una acción con la que el primer ministro manifestó su disentimiento con el resto de líderes continentales, pero con la que también renunciaba a su derecho de veto, con el que pudo haber postergado la iniciativa.

Más tarde, Orbán compartió un video en sus redes sociales, en el que afirmaba que el inicio de conversaciones para incluir a Ucrania era “una mala decisión de la que Hungría no quería formar parte”, justificando el abandono de la sala y, con ello, la renuncia a influir en la votación. Es un mensaje con el que el primer ministro intenta mantener su línea dura frente a Ucrania, pero al mismo tiempo realiza un gesto indirecto de reciprocidad con la Unión Europea, que apenas el miércoles había liberado a Hungría 10 mil millones de euros de los fondos comunitarios que Bruselas les tenía congelados por incumplir los estándares democráticos. Así, Orbán gana apoyo financiero mientras avisa que volverá a plantar batalla, mientras que Ucrania celebra seguir estando en la lista de espera, aunque con un compromiso mayor y una situación particular que espera que al menos lo distinga del resto de los aspirantes.

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