En la esquina de las barras y las estrellas, con 1.77 de estatura y 75 kilos, el orgullo de Nueva York… Sylvester Stallone. Un actor que se vio forzado a crear sus propios proyectos porque nadie le daba trabajo.
En la esquina del águila con las rayas blanqui-rojas, con 1.88 de estatura y 113 kilos de puro musculo… Arnold Schwarzenegger, el hijo prodigo de Austria.
Este par de íconos del cine de acción sin duda han tenido vidas muy emocionantes, duras, en las que a base golpes pudieron abrirse camino. A pocos años de que cumplan 80, ambos llegan la conclusión de que es momento de contar sus vidas, dejando quizás conclusiones que pueden servir de inspiración o de una especie de legado.
Y es así como surgen los documentales SLY y ARNOLD, producciones independientes.
Hablemos de cada uno de ellos, primero apareció el del austriaco.
ARNOLD es un fascinante ego-trip que empieza con la historia de un jovencito corpulento que se abre camino en el físico constructivismo, primero en su pueblo para después participar y brillar en varios torneos en Europa. Solo que la primera aduana que tiene que superar está en su misma casa, ya que comparte con sus hermanos los abusos y sometimientos de su padre, un hombre aparentemente insensible y lastimado que al ser víctima de guerra, decide descargar su furia con su familia.
Esto le despierta un fuerte deseo de salir de su país y gracias a sus triunfos deportivos y a su potente físico, logra llegar a Hollywood para internarse en el mundo del cine, participando en memorables películas donde destaca la serie de TERMINATOR, a la que se le suman Conan, Depredador y otras más de acción y de comedia. Pero su apetito es aún mayor y sorprendiendo al mundo enamora a una de las herederas de la mítica familia Kennedy y hasta llega a convertirse en el Gobernator de California. Una vida llena de giros
y retos.
En los tres episodios es el mismo Arnold el que hace una entretenida narración sin tener un guion, es solo él platicando desde su ronco y lleno de esteroides pecho, haciendo una profunda revisión de sus andanzas, sus anécdotas, presumiendo cada uno de sus triunfos y conquistas tanto personales como profesionales. Profundiza en su familia para al final mostrar una seudo mortificación por haber tenido un hijo fuera del matrimonio, lo que lo marcó y lo separó de los suyos.
Es su particular y hasta cínica manera de decir: Leben, du schuldest mir nichts! Leben, wir haben Frieden! (¡Vida, nada me debes… vida, estamos en paz!)
Los dos primeros episodios son magistrales y aunque en el último episodio cae en aburridos excesos de ego, el resultado final es bueno, él tiene hasta momentos de humor. Los testimoniales aderezan muy bien la narrativa sin ser exagerados. Es una vida llena de retos superados y pasajes interesantes.
Por otro lado, SLY presenta al orgullo neoyorkino, un chico citadino con sangre peleonera italiana, que se hizo camino también a base de golpes y de tener una incansable actitud de lucha. También contada en primera persona, Stallone explora sus inicios, la forma en que descubrió su pasión por el cine y como se vio a forzado a tomar una decisión que resultó ser trascendental en su carrera: al sufrir la falta de proyectos y de credibilidad por parte de los directores, él se obligó a crear sus propias propuestas para poder generarse trabajo y auto-emplearse.
Todo esto lo llevó a crear a ROCKY con todas sus versiones, una película que marcó a una generación y al cine sobre temas deportivos. Y el impacto de Rocky continúa vigente en estos días con el acertadísimo spin-off de CREED. También destaca en su carrera la serie de RAMBO y otras más de acción.
Stallone relata con profundidad el proceso creativo de cada una, creando una atmosfera más emotiva y enriquecedora. Lo que se ve alarmante es la actitud competitiva de su mismo padre y como el éxito de Sly le despertó una extraña rivalidad que lo llevó a generar proyectos, en una competencia ilógica e innecesaria.
Al final se ve a un hombre que luchó por mantenerse vigente y cómo con una aparente
humildad, logró triunfar.
Este duelo de documentales es muy entretenido y presenta a dos protagonistas del cine contemporáneo de acción. Es interesante el punto en común de las disputas con sus padres, que finalmente les acabó de forjar el carácter para llegar a donde están hoy.
El veredicto es: SLY es un documental de dos horas, que explora a fondo los momentos importantes y no
cae en romanticismos innecesarios y “viajes de ego estrambóticos» como los de ARNOLD.
Las reflexiones se ven honestas y acaba soltando frases inspiradoras con tintes de sabiduría, haciendo el viaje entretenido.
Por lo que el ganador por decisión unánime es… Stallone.
¡Hasta la vista, Arnold! (Siempre lo quise decir).
Los dos son elocuentes retratos de vida, con dinámicas ediciones y escenas de las películas que hacen de estos documentales… entrañables viajes y emotivas narraciones. Destaca el merecido tributo que le hacen a Rocky por su gran contribución a la historia del cine.
Al final acabas adorando a este par.
@2abrahamck
@segunmiencuesta