Resistir es disposición de carácter que no obedece a circunstancias. No resiste el que se acomoda a coyunturas, sino el que se planta frente a una realidad que le decepciona para contenerla. Pero tampoco resiste el que aparentemente le hace frente a condición de hipertrofiarla. Modificar la realidad como su sucedáneo puede engañar a algunos, incluso a uno mismo, pero desbarata cualquier opción eficaz de resistencia. Leo divertido diferentes análisis y comentarios sobre las elecciones de ayer. Dejando de lado a las turbas obradoristas incapaces de entender qué ha sucedido, me sorprenden los comentarios, en apariencia sesudos y elaborados, de autores situados en la oposición que distorsionan las causas de los resultados.
Escribirle a Claudia Sheinbaum una carta de intenciones se antoja una estupidez digna del remitente. Cómo va a atender esa solicitud llena de buenos propósitos, en que sólo faltó pasarle la mano por el hombro, alguien que ya avisó que aceptaría los resultados solo si le eran favorables. López Obrador que nunca aceptó un resultado electoral adverso jamás se pronunció en esos términos. Igualmente destaca el crítico de la actualidad que considera que esta elección estaba torcida a causa de las injerencias del presidente en el proceso. Ni las maniobras de Claudia apegadas a la estrategia del verdadero candidato López Obrador, ni la transgresión cotidiana de éste de las reglas electorales son el motivo de la debacle de la oposición. A pesar de que mentes brillantes alumbraron que Obrador no participaría en esta elección y deslumbraron especulando con millones de votos ocultos, sucedió lo diagnosticado por las inverosímiles encuestas. Los votos ocultos eran para López Obrador. Los mexicanos expresaron el mandato de seguir con la 4T que ha seducido la imaginación de millones de mexicanos. Invita a risa pensar lo mucho que se ha escrito y se ha declarado que la realidad terminaría por imponerse. En rigor, la realidad se impuso a unos partidos políticos de oposición desvinculados del ciudadano, a unos intelectuales que creyeron que la sociedad olvidaría su corrupción y sus complicidades con el poder, a una clase empresarial únicamente interesada en sus negocios olvidando las condiciones laborales de los trabajadores.
La causa de la derrota del frente opositor reside en PAN, PRI y PRD. Aparatos al servicio del medro y las cuentas corrientes de sus dirigencias, desentendidos de los ciudadanos a quienes deben su existencia y a los que extorsionan, indiferentes a la situación del país. Partidos que en su pereza y soberbia pensaron que en tres meses podrían hacer lo que olvidaron en cinco años. Formaciones sólo ocupadas en asegurar impunidad a sus dirigentes que acapararon obscenamente las plurinominales. Institutos que urge desaparecer para recuperar la democracia. La victoria de Sheinbaum no es mala noticia si la democracia consiste en aceptar el conteo, la mala noticia para la democracia es que no hay más opción puesto que la oposición política está completamente desacreditada y amortizada.
Desarticulados todos los agentes de oposición por las mismas causas (corrupción, tráfico de influencias, enriquecimiento ilícito, complicidad con el poder), sólo queda resistir frente a la falacia del segundo piso. De momento, resistir uno mismo, priorizar convicciones a la decepción, anteponer principios a la frustración. Hoy empiezan las elecciones del 2030 y se antoja que hay mucho qué hacer y que ese qué hacer ya no puede estar encabezado por estos partidos, intelectuales y empresarios que han secuestrado a una parte de la ciudadanía.