¡PONGÁMONOS SERIOS!

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Después de casi 15 años de práctica docente ininterrumpida a nivel superior, en
varias y distintas escuelas públicas y privadas, en donde he tenido la oportunidad
de trabajar con brillantes alumnas y alumnas, también he comprendido que la
educación y el mismo proceso de enseñanza-aprendizaje, necesita un salto
cualitativo a nivel epistémico, filosófico, político y sobre todo de sensatez al
momento de reformular el pensamiento dentro de las ciencias y disciplinas del
área social del conocimiento, pues mantenemos modelos mercantiles de imitación
norteamericanos o europeos, y no construimos comunidades de ideas libres desde
nuestras contextualidades, y seguimos luchando por un sinsentido de
archipiélagos seudoprogresistas que no movilizan sino perpetuán, el declive y
crisis del paradigma occidental dominante en la educación.


Por ello la existencia de este texto, dirigido a la comunidad académica de la
disciplina en Comunicación, y parafraseando al gran ecólogo Neil Postman, quizás
haya algunos expertos en educación y comunicación que se consideren vacas
sagradas del quehacer científico, y no estarán de acuerdo con lo que leerán a
continuación, de ser así están equivocados.


Provoca cierto malestar describir nuestra propia realidad académica
latinoamericana, desde la crítica para el pensamiento emancipatorio operable, pues
todavía no se reconocen los territorios de intercambio disciplinar del open sourcing, ni las transformaciones fundamentales de los modelos sociales y técnicos
que rodean a las instituciones educativas y sus modelos pedagógicos actuales.
Retomando lo dicho por el político francés Jacques Delors (1991), uno de los
pilares de la educación deberá de estar orientado a preparar a los educandos para
generar posturas críticas sobre los conocimientos adquiridos y seguir aprendiendo
constantemente, con el objetivo de lograr una educación completa donde la teoría
y la práctica puedan hacer sinergia en su realidad cotidiana.


Sin embargo, en el campo de las ciencias sociales, es un reto el cual se debe de
considerar no superado, pues al ser los procesos sociales la rama de estudio, es
inherente que la teoría y la práctica difícilmente podrán empatarse en todo
momento ya que ningún movimiento social es igual.


Dicha situación también afecta a la disciplina de la comunicación ya que lejos de
un enfoque planteado estructuralmente, nos hemos enfrascado en la complejidad
inconsistente que minimiza las exteriorizaciones de la legitimación
epistemológica de los estudios en comunicación, las experiencias entre el saber y
hacer inmaterial, cambian los procesos de la acción comunicativa (no solo de
Habermas, sino de una amalgama de autores como Bolz, Mansell, Perniola,
Sodré y Galindo Cáceres) apartada de toda resistencia a un lenguaje cada día
menos enredado pero que acompaña el repensar de la comunicación como objeto,
idea, fenómeno y enacción.


En palabras de Carlos Scolari “proponerse a estas alturas dotar de un significado
unívoco al concepto de comunicación no tiene sentido” (2018) y lo mismo pueden aplicarse a la enseñanza del concepto, pues seguimos pensando tener la panacea
o la brújula dorada para encontrar la ruta del salvacionismo ilustrado,
parafraseando a Gilles Lipovetsky en su obra titulada Gustar y Emocionar (2020)
Entendamos que el facilitador enfocado en compartir las teorías de la
comunicación, lucha constantemente con la segregación del mensaje, ya que los
alumnos parten de una realidad que el emisor comparte, pero no experimenta
desde la óptica juvenil en la que ellos se encuentran, creando escenarios de
interpretación, comprometiendo los valores y objetivos del autor original.
Maestros cada vez más viejos y brechas más profundas con los jóvenes
estudiantes universitarios.


Dejemos de observar monocromáticamente al ser joven, alejémonos de la
ornamenta visión del donjuanismo epistémico, y pasemos a deconstruir
escenarios evolutivos donde los grandes cambios en los ecosistemas
comunicológicos, puedan delinear una disciplina donde edifiquemos en conjunto
una arquitectura que elija con el alumno y alumna, territorios metodológicos y
experimentales de investigaciones sobre las interacciones en la vida social de las
palabras y las cosas.


De acuerdo a Edgar Morin (1999) estos escenarios son parte de un bucle
denominado Intellect affect, que es alimentado por la carga emocional que en
ese momento se encuentra el estudiante y el exceso de estímulos informativos al
que se encuentra expuesto. La enseñanza aprendizaje no es solo problemática

comunicativa, sino en palabras del mismo Morin “es desarrollo del ser en un
mundo que disminuye la distancia entre el pensamiento y la acción”.


Lo anterior guía el proceso del conocimiento, en donde se aborda a la
comunicación en dos perspectivas; la primera como un ecosistema de
conversaciones teóricas y metáforas dialécticas, que viven en constante
revolución de interacciones, y por otro lado como un ventajoso y poco serio modo
de maquilar conocimiento aplicado a la realidad y motivado por acciones y
emociones propias del autor.


¡¡Pongámonos serios!!, actualmente estamos ante enormes dificultades para
superar los desequilibrios e inequidades que el sistema capitalista/neoliberal ha
generado para enfrentar los retos del futuro de la educación en las ciencias
sociales, empezando con una infraestructura pobre y limitada en distintos lugares
de nuestro país, así como la creación de entornos digitales donde se pondera la
estética snack por encima del contenido, hasta realizar un deslactosado y
convulso esfuerzo por imponer una noosfera, donde los estudiantes y docentes, se
vuelven consumidores implacables del mundo digital buscando, éxito instantáneo
olvidando el objetivo real: la comunicabilidad eficiente del mensaje.
Si realmente queremos hacer un cambio en el proceso de enseñanza aprendizaje
en las ciencias sociales, necesitamos una comunicación para la enseñanza
innovadora y creativa, que en conceptos de Jesús Galindo Cáceres “la
comunicación debe abordar los problemas más simples … los más cotidianos y
ofrecer una metodología acorde a estas situaciones que se pasan por alto debido

a las innovaciones creativas de la meritocracia académica” (2017) esto es dejar la
indigencia comunicativa, la crítica por compromiso, la propuesta vacía y sin
sentido de existencia, retomemos la idea más básica de la comunicación: el
servicio al otro.


Debemos partir desde una perspectiva disciplinar, ya que actualmente por más
que queramos tener una visión interdisciplinaria de los objetos comunicativos y
generar estructuras sólidas de conocimiento, lo único que creamos son chozas
endebles que con el primer soplido de realidad colapsan, dejando a los alumnos
sin un lugar donde refugiarse de ese lobo feroz llamado sistema global.


Si deseamos aportar de forma libre y horizontal, hablemos de los fenómenos
comunicativos más simples viendo al sujeto como centro y destino de la acción
comunicativa, para no solo servir en el mensaje sino unir, equilibrar, descentralizar
y alejarnos de esos actos de unicidad que no provocan la tan urgente revaloración
del ser y estar, tanto propio como ajeno.


Debemos entender que al abordar cualquier área disciplinar es necesario
enfocarnos en que el consumidor es un ser humano y que sus acciones serán
dictadas por la información que consume, a través del proceso de desconstrucción
del conocimiento y apropiación del mismo, generará cambios en su ideología y en
su habilidad para formar el proceso critico que se necesita actualmente.


Si deseamos aportar y ayudar a nuestro contexto más próximo centrémonos
desde la comunicación para el estudio de la expresión y la dimensión de los
mensajes, y no solo eso, igual en la difusión que hoy en día usa a los social media

como instrumentos de viralidad, pongamos atención a la interacción y sus
implicaciones psico-sociales de los sujetos contemporáneos, y no dejemos de
mirar la estructura de lo macro y micro social como intersubjetividades de
efectividad, comunidad, diálogo, entendimiento y reciprocidad comunicativa.
Nos han llamado sociedad de la información, del conocimiento, pos-hiper-trans-
meta modernidad, happy ending y demás terminajos que no han hecho otras cosa
que impulsar los procesos de la intangibilizing of everthing.


Es imposible expresarnos con esos términos baratos, en donde queremos
encasillar los efectos de los mensajes en las generaciones contemporáneas, no
existe la llamada generación de cristal, o por lo menos no de manera literal, lo que
tenemos actualmente es una generación que al estar expuesta a una construcción
de discurso bombardeado por información sin critica, ha generado grande hoyos
en la teoría y en su interpretación posmoderna y aplicación al entorno inmediato.
Son generaciones que tienen a flor de piel sentimientos y pensamientos
sobrealimentados por una sociedad en la cual, se valora más el contenido sin
valor y ocioso, que el contenido dirigido y transformador del entorno a pesar de
que se piense que existen las bases de una nueva trasformación social, muchos
docentes universitarios solo son enanos en hombros de gigantes interpretando sus
pensamientos mientras pasean por las aulas.


Las generaciones deben de entenderse como el resultado de una perspectiva
desarrollada para no corregir los errores y cegueras, al momento de la enseñanza

y aplicación de las teorías de la comunicación, en una realidad que
constantemente está transformándose.
Es importante entender que no se está planteando un proceso de cierre de
fronteras entre las ciencias sociales y el resto de las ciencias exactas. Tampoco es
una crítica a la colaboración y adecuación del conocimiento extraído de otras
áreas, más bien es un proceso de auto reflexión a nuestras estructuras
disciplinares
Es entender que quien habla hoy de una sola realidad comunicativa está
articulando insuficientemente una impresión que obliga a la comunicación a no
alterar, confirmar y reforzar las formas y modos de intervenir así como de alterar
los problemas perceptivos de variadísimas representaciones de la actividad
humana,


Que si queremos ayudar a nuestro entorno es necesario que se cumpla el
compromiso que se adquiere al ser educador de las ciencias sociales, y motivar al
alumnado a dudar de los conocimientos. Pero al mismo tiempo motivarlos a que
su comportamiento sea criticó y responsable, como futuros portadores de esas
teorías sociales.


Que el uso de las tecnologías no está peleado con la enseñanza de las ciencias
humanas, sin embargo es necesario tener en cuenta que al usarlas no es un
proceso ocioso de recompensa inmediata, es un vehículo importante para que el
educador y educando puedan fortalecer y crear una visión estructural sobre

problemas y sus posibles soluciones anteponiendo siempre la idea humana de la
interacción entre pares.


Vernos seducidos por edificios identitarios para cada generación es un esfuerzo
estéril, pues no contienen las unidades de significado suficientes para explicar
todas y cada una de las acciones del joven, forzadamente hemos llegado a la
generación z ¿quién seguirá ahora que se ha terminado el abecedario?
Examinemos la disciplina de la comunicación, aprendamos a pensar de otro modo,
confrontemos productivamente las mediaciones entre lo material y sus
proyecciones simbólicas, virales, virtuales y enaccionatorias, internalicemos que
para ayudar/apoyar desde nuestra área de estudio azumémonos como albañiles
de la comunicación, y no como arquitectos o arqueólogos comunicantes, pues
este camino solo nos conduce al liberalismo del champagne educativo.


Nota al lector:
Este texto más largo de lo habitual, responde a que la semana pasado por
cuestiones de salud me fue imposible sentarme frente a una computadora, por ello
el esfuerzo de ofrecer un texto más completo ante una realidad innegable que
ocurre todos los días dentro de las universidades de nuestro país. Sirva el
presente una forma de agradecimiento a todas y todos aquellos que compartieron
y compartimos el aula.

LA CIMA 17/11/23
Textos híbridos de periodismo contemporáneo

Bernardino Rubio Tamariz

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