Pedro Sánchez, la carta de un tirano

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Ayer a última hora de la tarde, el presidente de España, Pedro Sánchez, publicó en su cuenta de X una carta de cuatro páginas informando al ciudadano que se tomará cuatro días para reflexionar sobre su continuidad en el cargo. Dará a conocer la decisión el próximo lunes según consigna la misiva. Es inédito que el presidente de un gobierno democrático comunique que quizás dimita para afirmarse en el cargo. Estrategia que recuerda a Fidel Castro, Chávez y Maduro. Se dimite o no se dimite pero nadie anuncia que a lo mejor dimite. La carta es propia de un adolescente, de un narcisista, de un manipulador. Como tirano, Pedro Sánchez es perverso. No admite oposición a su autoridad.

La democracia reside precisamente en el derecho a disentir. George Buchanan escribía en el siglo XVI: “Un tirano, en cambio, gobierna sobre súbditos que no la aceptan [su autoridad]”. El pretexto de la carta es la apertura de diligencias judiciales en contra de Begoña Gómez, esposa de Pedro Sánchez, por tráfico de influencias y enriquecimiento ilícito. La denuncia fue interpuesta por el desacreditado sindicato Manos Limpias. El juez instructor, Juan Carlos Peinado, evitó informar a la fiscalía en manos del gobierno de Sánchez y ordenó el secreto del sumario.

La denuncia de Manos Limpias se basa en informaciones aparecidas en medios de comunicación que informan presuntas actuaciones delictivas de Begoña Gómez que se resumen en su vinculación con el “caso Koldo” a causa de la compra corrupta de mascarillas durante la pandemia; la redacción de un escrito para beneficiar a su amigo Carlos Barrabés con 10,2 millones de euros; apoyo económico de 96.397 euros a proyectos medioambientales otorgado a la plataforma G-100 por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, siendo directora de la Cátedra Transformación Social Competitiva de la Universidad Complutense de Madrid; cinco contratos que el Gobierno adjudicó a la consultora Inmark por 138.000 euros de la que Gómez es accionista; financiamiento ilícito del África Center que administró hasta 2022; y la compra aprobada por un consejo de ministros del que no se inhibió Sánchez para rescatar Air Europa, empresa del entramado Globalia, del que era dueño Juan José Hidalgo amigo cercano de Begoña,  por un monto de 615 millones.   

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            En realidad, la corrupción de Begoña Gómez es la corrupción de Pedro Sánchez. Nada hubiera podido hacer si no fuera esposa del presidente. No es cierto como dice la carta que se trate de una “cacería política y mediática de la derecha y la ultraderecha”. Los documentos de denuncia son públicos puesto que aparecieron en cabeceras digitales. La oposición política ha sido cuidadosa a la hora de separar lo público de lo privado limitándose a exigir responsabilidades políticas a Pedro Sánchez que nunca ha dado. En cuanto a la persecución mediática, en España el 90% de los medios de comunicación están subvencionados y controlados por el gobierno.

Apenas un 10% de los digitales ejerce alguna oposición al sanchismo, investigando de la misma manera la corrupción de los partidos de oposición. La carta de Sánchez es un ejercicio de manipulación: después de declarar su amor a Begoña, arremete contra la derecha y la ultraderecha, los medios independientes de información y el criterio del poder judicial. La carta incide en la división entre españoles y ante todo amenaza a jueces y prensa libre. No está escrita por quien está reflexionando dimitir, sino por quien echa un pulso a la opinión pública. Sánchez busca adhesión a su persona que es una manera de absolver las actuaciones judiciales contra su mujer. Persigue normalizar su corrupción, la de su familia y la de sus socios de gobierno.

            Ejercicio patético de victimismo, esta mañana el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, muñidor de las políticas sanchistas y estrecho asesor de Nicolás Maduro, alentaba implícitamente a la revolución social en nombre del progresismo que representa Sánchez. El progresismo democrático reside en la liquidación de todo tipo de oposición. La carta de Sánchez es una variante infantil de aquello que cantaba María Dolores Pradera: “te vas, te vas, te vas, pero no te vas”.  

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