Partidos políticos que integran el Frente Amplio han entrado en una efervescencia
De repente los partidos políticos que integran el Frente Amplio han entrado en una efervescencia desconocida. La súbita ebullición induce a sospecha. Numerosos articulistas rescatan la importancia de los partidos a la hora de elegir a la candidata del Frente. En realidad, no la rescatan la promocionan. Da la impresión de que tanta insistencia reside antes en la desconfianza que en la certeza, como si la reiteración supliera a la seguridad. Hay motivos fundados para mostrar escepticismo. Durante este sexenio los representantes de PAN, PRI y PRD han estado desaparecidos a excepción de intervenciones irrelevantes. La oposición se ha significado por una ausencia que no puede atribuirse a circunstancia extrañas a una cuidadosa estrategia. La negligencia con que se han enfrentado al oficialismo implica cesión consentida del Congreso y Senado cuyo dueño es el ciudadano y no quienes ocupan curules y escaños. Al abdicar de sus responsabilidades no sólo han promovido el avance de Morena y aliados, sino el abandono de sus votantes.
Todo indica que la elección de Xóchitl Gálvez se debió a la presión de determinados grupos imponiéndose a los intereses de los partidos que la aceptaron cariacontecidos. Aparece información que cuestiona la actuación de PAN, PRI y PRD tanto durante este sexenio como hacia las elecciones del 2024. Acción Nacional recibirá el año que viene casi 2 mil millones de pesos de financiamiento, el Revolucionario Institucional poco más de mil quinientos. Sorprende el significativo incremento anual de los montos, cuando López Obrador a inicios de su mandato insistió en que los reduciría. El inmovilismo, la inacción y el desinterés de la oposición respecto de las actuaciones del gobierno parecen inseparables de la financiación. La ciudadanía tiene evidencia de la complicidad entre oposición y gobierno como exhiben las respuestas a los tuits que emiten Marko Cortés y Alito Moreno. Desde que saltó el plagio de Gálvez, se percibe abandono del respaldo sugiriendo discretamente cambio de candidato al apelar a que alguien corrupto no puede representarlos. El argumento en labios de Cortés y Moreno incita a la revuelta popular. Rumian la posibilidad mostrando a la primera oportunidad que no nunca ha sido su candidata y que la elección fue una concesión a la “sociedad civil” que tampoco representaba a la sociedad civil.
Los partidos, cleptocráticos y despóticos, están únicamente ocupados en sus intereses en que se antoja decisivo el entendimiento con el Ejecutivo. No hay garantía alguna de que no vayan a traicionar al electorado. Asoman las primeras diferencias, que parecen ensayadas, para asaltar la designación de un candidato en sustitución de Xóchitl desplazando a la “sociedad civil” que no es sociedad civil. Paradójicamente su candidatura sólo la defenderá la sociedad civil de verdad que ya se moviliza a contrapelo de la desconcertada “sociedad civil”. La partitocracia secuestra la democracia y no es disparatado pensar que pretenda a hacer lo mismo con la ciudadanía.
