Morena, miel . . . sobre tachuelas

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La supremacía morenista hoy es incuestionable ¿pero qué MORENA? Una lucha de más de treinta años desde la izquierda mexicana, sea eso lo que queramos pero que un día integró el hartazgo de diversos sectores de la sociedad acumulado durante décadas, tal vez siglos, ante un sistema económico y político corrupto e injusto, movimiento encarnado en la figura de uno de esos líderes que para bien o mal ocurren cada siglo; esa izquierda donde por pragmatismo, convicciones u oscuras intenciones unos con el tiempo se bajaron, otros mostraron el verdadero rostro y muchos más quienes eran parte de esa estercolera corrupta y criminal se gatopardearon y hoy están, por propia voluntad o a fuerza del lado del gobierno, ocupando los mismos espacios. Impunes.

La reforma Judicial, consumada y no es casual el mismo día de la segunda elección de Trump como presidente de EU, sí cómo no otorga en los hechos a quienes detenten el poder una facilidad insólita para modificar la Constitución, algo que a lo largo de la historia ya hubiera querido Porfirio Díaz, Plutarco o Lázaro Cárdenas, para no ir tan lejos. Por supuesto que es necesaria una reforma a la impartición de justicia en México ¿pero así serán todas las decisiones de gobierno?, ¿así sin consultar a las bases, los pobres primero, marginados, trabajadores, desencantados que un día pusieron su grano y hoy arquean las cejas ante tanta unilateralidad?, ¿los indígenas, trabajadores de la calle, académicos, artistas e intelectuales, así sin consultar y hacer sociedad con la sociedad? Votar por alguien no es democracia, la izquierda mexicana lo sabe muy bien. Costó años, vidas enteras, ¿ya tan pronto se nos olvidó el espíritu constructivo de las asambleas ceuístas?

Hoy las intenciones y hechos pueden ser lo más legítimos o democráticos como se quiera ver, según simpatías o cercanía al presupuesto; todos, a menos que seamos apátridas, lo deseamos. Pero imaginemos por un momento al final de este ciclo económico, social y político, a los priístas o panistas de siempre, con sus siglas de siempre o cualquier otro color, renovados, volviendo a la Presidencia. Con tanto Poder. Un Salinas, un Calderón. Renovados, pues: un Milei, un Bukele. Porque nada es para siempre, amantes de la trova latinoamericana. Una cosa fue AMLO, quien al final no resultó un peligro para México ¿verdad? Y pasará a la historia. Otra es y será Sheinbaum; pero una más, muy distinta, las no tan nuevas tribus que comenzarán a jalonearse, con más claridad durante el próximo año, rumbo al veintetreinta. Todo se va, es en serio, decía Bonasso, “¿qué dejarán para quien llegue después?

En una declaración que pasó casi inadvertida en la inevitabilidad, días antes de su llegada; de esas banqueteras, en realidad dentro de un auto blanco tras algún acto proselitista, la hoy presidenta sostuvo que los nombramientos con los cuales llegó, impuestos o no (esto no lo dijo) durarían hasta diciembre, cuando por motivos de proyecto propio habrá cambios en el gabinete. Ya se sabrá; si pudiera volaría algunas cabezas en el Legislativo, en una de esas Educación; a otros tal vez no los mueva, pero se irán asfixiando, sin recursos o reuniones y gestiones prontas en Palacio: los demás tendrán que demostrar su compromiso con el Segundo Piso de la 4T, para saber lo que eso sea. El caso de Ebrard es peculiar: no estuvo en la reunión con empresarios norteamericanos para dar certidumbre a las inversiones, a los industriales en su evento anual apenas envío un mensaje por video de algunos segundos, tampoco estuvo cerca mientras la victoria electoral de Trump, no fue al G-20. Era obvio que no cumpliría el papel de apaga fuegos que con AMLO, pero sigue en la fila. Viene el consejo asesor para canalizar inversiones productivas e industriales a nivel regional y enlace con el sector empresarial, donde no lleva la voz y en los hechos resta representatividad a los organismos empresariales tradicionales, que durante más de un siglo han dado legitimidad al Estado mexicano como hasta hace unos años, meses ¿días? lo habíamos conocido. También las renegociaciones del acuerdo comercial de América del Norte. Y esto, un día será historia.

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