Creo firmemente que cuando la autoridad moral pierde sus principios, pierde también su moralidad.
Y esto surge en consecuencia de la postura que han asumido las autoridades
respecto del narcotráfico y en específico de Ismael “El Mayo” Zambada. Para quienes
estudiamos Derecho y conocemos de leyes, sabemos que su demanda de “secuestro
transfronterizo” no tiene ningún sustento. El hecho es objetivo y simple, el narcotraficante
aceptó la invitación a subir a un avión y en cuanto aterrizó en suelo norteamericano fue
aprendido. No se violó ninguna ley, no está en juego ningún tratado ni convención política y
los mexicanos, los que amamos verdaderamente nuestra nación celebramos la detención de
éste y de cualquier persona que atente en contra de nuestra seguridad, entiéndase bien que
me refiero a “cualquier tipo de persona” y con ello incluyo a los políticos y empresarios que
forman parte de la corrupción. La ley debe siempre de leerse e interpretarse con atención, la
presunción de inocencia aplica en cualquier ciudadano cuando se ponga en entre dicho su
conducta en razón de hechos que se le imputan y que pueden y deben ser comprobados.
En el caso específico de “El Mayo” Zambada, nos encontramos ante un delincuente confeso,
ante un personaje que como muchos otros, decidió de manera racional y consciente, vivir
fuera del margen de ley y atentar contra el Estado de Derecho. Preguntarse si es legítimo o
no, cualquier tipo de procedimiento legal en su contra cuando enfrenta cargos en diferentes
países, resulta ocioso. Los derechos humanos de este tipo de enemigos del estado y de la
sociedad, terminan en donde inician los derechos de miles de víctimas que hay tanto en
México como en Estados Unidos y otros países; por ello la sola idea de accionar cualquier
tipo de mecanismo que frene o pretenda disminuir que el peso de la ley lo juzgue con toda su
fuerza, merma la autoridad moral de nuestras instituciones. Este personaje al igual que
algunos otros, no sólo trafica drogas y seres humanos, sino que secuestran y asesinan
personas inocentes y ha provocado desplazamientos enteros de comunidades. Ellos han
impuesto aranceles del miedo, aranceles del miedo a los niños que dan grasa en la calles y
que deben pagar de treinta a cincuenta pesos diarios; aranceles del miedo a los transportistas,
aranceles del miedo a las tortilleras, aranceles del miedo a las iglesias, aranceles del miedo a
los empresarios, aranceles del miedo a los pequeños comerciantes, aranceles del miedo a los
taxistas y a en un sinfín de rubros cuya lista sería imposible de englobar. La pregunta es
¿piensan acabar con estos aranceles? Porque los aranceles que pretende imponer Donald
Trump hemos visto que pueden negociarse, pero los aranceles o cuotas que pagan los
ciudadanos mexicanos a los cárteles del narco ¿qué va a pasar con ellos? no hay una estrategia
clara o cuando menos, no da resultados y más allá de esto, nos peleamos con quienes sí hacen
algo para detenerlos. Con aranceles del miedo al interior y al exterior, y una autoridad moral
que está próxima a dejar de serlo, esto puede convertirse en un punto de quiebre en la historia
de la política moderna de nuestro país.
