La política no es fútbol

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Ni religión. Pensar sobre gobiernos y procesos electorales desde posturas fanáticas, como una cuestión de fe, es un triste error. En el arranque de las campañas, los mexicanos debemos exigir ideas, propuestas, proyectos de gobierno, soluciones a los problemas más urgentes del país y no conformarnos con lo superficial, frases huecas, insulto fácil, actitudes de payaso en los candidatos, promesas exageradas y sin sentido, gestos ensayados, spots y canciones tontas.

No se trata de “irle” a un partido o candidato, ni de aficionarse a una alternativa como si fuera nuestro preferido equipo de fútbol, ante el cual debamos padecer sus decisiones y resultados desde posturas y preferencias políticas pasivas y dogmatizadas. No se trata de limpiarle la cara y el pasado a un político sólo porque se colocó la camiseta del mismo color que uno, y en cambio pensar, analizar y discutir con los demás las propuestas de gobierno y la manera que pretenden unos y otros ejercer el poder, así como administrar la función pública. Y el pasado de cada uno de esos políticos, por supuesto, así como de quienes están detrás de ellos. No tomar postura sólo por simpatía, por mera orientación política tradicional o peor aún sin analizar o detenerse demasiado porque “de política y religión es mejor no hablar” y condenarnos a continuar manteniendo políticos ignorantes y vividores, rateros, traficantes de influencias, simpáticos o detestables y no a los más capaces.

La sociedad mexicana está muy dividida. Tal vez siempre lo haya estado, tal vez jamás vaya a cambiar, pero es algo que a los políticos beneficia, tanto que una de sus prioridades es atizar fuegos, que impere en el ciudadano la apatía o irracionalidad, que tome postura a partir de corazonadas o prejuicios; fobias y filias por el color de piel, maneras de hablar, posiciones de nacimiento o aspiraciones sociales y no buscar acuerdos o entendimiento entre la población. Viven de esa polaridad, se alimentan de los odios y recelos clasistas y perversos que han sembrado ellos mismos, echando a pelear a los mexicanos, distrayéndolos mientras se sirven hombro a hombro y simulan confrontaciones, pues entre ellos se encontrarán más adelante bajo las siglas de otro partido: los políticos rivales se abrazan, cambian de principios y comen sapos gracias al poder del dinero.

Los temas pendientes de la nación están sobre la mesa: seguridad, impartición de justicia, transparencia y combate a la corrupción, salud, agua, educación. A pesar que grandes autores como Juan Villoro o Eduardo Galeano han establecido interesantes similitudes entre el deporte de las patadas y nuestra política de la patada y juego sucio, no será como barristas o fanáticos que contribuiremos a la discusión.

Debemos votar con plena conciencia y objetividad, atendiendo la viabilidad de propuestas y también la historia personal de quien aspira a ocupar un cargo público, y de quienes los alientan, no por la eficacia de un hashtag o la frase más ocurrente.

En el arranque de campañas, México exige a sus candidatos un debate de altura, pero además exige a todos sus ciudadanos serio interés e involucramiento, estar a la altura de los desafíos actuales.

Juan Torres Velázquez
@yotencatl

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