En los últimos días todos los analistas políticos y económicos mexicanos se han convertido en expertos de la relación política y comercial de México con Estados Unidos.
Algunos auguran una relación política difícil porque el nuevo presidente del mundo libre menosprecia a las mujeres, porque cumplirá sus promesas de campaña sobre destruir a los cárteles de las drogas con sus fuerzas armadas y armas dirigidas, porque cerrará la frontera, deportará millones de migrantes y demandará parar a millones de migrantes que provienen de centro y Sudamérica
Otros pronostican que en términos comerciales el nuevo inquilino de la Casa Blanca demandará más concesiones a favor de su empresariado y productores, impondrá aranceles altos lo que disminuiría el poder del libre comercio entre ambos países enmarcado en el TMEC.
Otros menos catastrofistas declaran que el Trump de la campaña no es el mismo como presidente y que Claudia podrá conducir la relación igual o mejor que su antecesor, que hay que esperar algunas acciones políticas y comerciales pero que estas no trastocarán las extraordinarias relaciones que hay entre ambos gobiernos a pesar de lo del “Mayo Zambada”.
Sin embargo, todos estos analistas y expertos están viendo pequeñas parcelas en lugar del terreno completo u otros le llamarían el bosque, ya que las relaciones bilaterales pueden llegar ser muy conflictivas o demasiada colaborativas, pueden ser muy estridentes o cordiales, pueden ser muy polarizadas e ideologizadas o colaborativas y entreguistas. Ahora sí que dependiendo del sapo es la pedrada.
Veamos el bosque; los gobernantes de ambos países representan a los mismos sectores sociales que los llevaron al triunfo electoral presidencial y parlamentario ósea a los pobres, olvidados, desempleados, explotados, relegados e incluso marginados sean güeros, indígenas, afroamericanos, afromexicanos, migrantes del mundo hoy nacionalizados estadounidenses y mexicanos clasemedieros pobres que, con discursos excluyentes, racistas, xenófobos, misóginos y clasistas lograron sus voluntades y su voto.
Ambos representantes señalaron con el dedo flamígero a una clase política como corrupta, adinerada o como mafia del poder, cuando ellos han sido parte de ella y se han beneficiado, pero hoy están con el populo.
Para ambos el pueblo bueno les otorgó su respaldo y por lo tanto, les confirió el poder de tomas decisiones más allá de las leyes y límites democráticos, porque los demócratas de allá y de acá son los responsables de que ambos países estén pobres, jodidos, sin desarrollo y desempleados por lo que ellos con su liderazgo y apoyo del pueblo devolverán la grandeza de esa nación que en años anteriores vivieron y que las clases políticas que durante los últimos 30 años gobernaron los respectivos países sólo demeritaron, corrompieron y destruyeron esa nación.
Tiene ambas mayorías en sus congresos, pronto tendrán el control de poder judicial y podrán cambiar el régimen a su antojo con el argumento de que representan al pueblo, sus sentimientos e intereses y finalmente, no por ello menos importante ambos son producto de un movimiento nacionalista desdeñando a los partidos porque también son corruptos al igual que el resto del sistema político y sus integrantes.
Están por la reindustrialización, progreso y orden y ante esto no hay nada, ni nadie que lo pueda detener porque atenta contra la nación y son traidores o simuladores ya sean ambientalistas, animalistas, defensores de los derechos humanos entre otros porque son producto de lo corrupto y retrasan la grandeza del país.
Son producto de movimientos políticos estridentes, reaccionarios, contestatarios, supremacistas, corporativos, clientelares e ideologizados.
Por ello la relación bilateral será muy inestable desde mi perspectiva y de beneficios solo para las grandes empresas de ambos países.
Estos extremos en los gobiernos se neutralizarán y se exacerbarán y pasará a la historia las seudo buenas relaciones que México ha sostenido con Estados Unidos desde los 90s a la fecha.
Las contradicciones las veremos pronto y espero estemos en condiciones de afrontarlas con firmeza, propuestas, diálogo, acuerdo y beneficio generalizado, porque ninguno de los dos gobernantes tiene proyecto de comercio y menos una visión de integración, ni los libertarios trumpistas y tampoco los humanistas obradoristas.
José Irán Moreno Santos
Presidente
Fundación de Estudios Políticos Económicos y Sociales Progresista [email protected]