El pueblo de Estados Unidos ha decidido quién será el huésped de la Casa Blanca por los próximos cuatro años. Al momento de terminar esta entrega, no había definición aún del ganador de la elección presidencial, pero sin importar el resultado, lo que es invariable es el alto impacto que este tendrá en nuestro país.
Muchos son los temas de la agenda binacional que habrán de tomar definición por este ejercicio democrático, comenzando por el migratorio y el comercial; pues sin importar si el dominio es Republicano o Demócrata, el fenómeno de la migración ilegal es, cada vez más, una preocupación legítima para el pueblo norteamericano por la vinculación que se da en algunos casos, con la violencia y el narcotráfico; así también el desarrollo del Tratado Comercial (T-MEC) con Canadá y Estados Unidos y la etapa prevista para su revisión en 2026, en la que ambos socios saben que México es por mucho, su mejor aliado comercial, aunque lamentablemente, el menos confiable por la etapa de evolución en sus instituciones que de manera incorrecta es calificada con prejuicios que sin dejar de reconocer los espacios de oportunidad, se emiten con la severidad de quien es ágil para detectar la paja en el ojo ajeno y proclive a hacer caso omiso de la viga en el ojo propio.
La realidad geopolítica de América del Norte, entrelaza el destino de los tres países que la conforman y no queda más que concertar acuerdos, buscar el desarrollo y beneficio conjunto, reconociendo diferencias y potenciando coincidencias, entendiendo que la fortaleza que adquieren como bloque de manera inmediata se constituye en potencia mundial. Sin embargo, mientras México se siga debatiendo entre solidarizarse al sueño bolivariano y cerrar y poner orden en la frontera sur, se seguirá complicando el tránsito de nuestros connacionales hacia el norte del continente; y no solo se trata de los indocumentados, se trata también de profesionistas que tienen como alternativa la Visa TN, de no migrante, pero que les autoriza a ciudadanos de Canadá y México a trabajar en Estados Unidos por un periodo inicial de tres años con opción de renovaciones subsecuentes. Incluso hay un numeroso sector de mexicanas y mexicanos que cursaron o cursan aún, sus estudios universitarios en Estados Unidos y se encuentran esperanzados a que se cumpla el ofrecimiento de campaña de que habrán de ser sujetos a la residencia permanente que les permita desarrollarse profesional y laboralmente en aquel país que generosamente les aceptó para forjar sus carreras profesionales con el más alto nivel educativo.
Estos temas, así como la cooperación en materia de seguridad, especialmente en la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado; lo relativo al medio ambiente y cambio climático sobre todo por la colaboración que en temas ambientales y el cambio climático se estipulan en el T-MEC; y lo que respecta a la significativa relación energética; son de relevancia estratégica para la vida saludable de este bloque geopolítico, cuyo destino inmediato pasa por la elección presidencial estadounidense, no fácil de entender o al menos comparar con el proceso electoral de México, dadas sus enormes diferencias; pues a pesar del nivel de desarrollo democrático alcanzado por Estados Unidos, hay que reconocer que se trata de un sistema complejo que, como primer dilema tiene el que no siempre quien domina las encuestas es el ganador de la elección, pues el presidente no se elige por voto popular directo sino por un Colegio Electoral conformado por 538 miembros provenientes ponderadamente de cada uno de los 50 estados y el Distrito de Columbia, de los cuales con el voto de 270 (la mitad más uno) se define la presidencia, es decir, no se cuentan los millones de votos del electorado como en nuestro país.
Cuando estas palabras vean la luz, seguramente ya se sabrá quién ganó la elección y gobernará al poderoso vecino del norte a partir de enero de 2025, en un ejercicio en el que solo corresponde participar a los estadounidenses, pero que interesa y llama la atención a todo el mundo, aunque difícilmente impacta tanto en otras latitudes como en el caso de México.
Por Carlos Tercero