Javier Milei y Pedro Sánchez

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Este fin de semana tuvo lugar en Madrid un evento que reunió a figuras destacadas de la derecha internacional en el congreso “Viva Vox” organizado por el líder de la formación española Santiago Abascal. Entre otros, participaron Giorgia Meloni, Marie Le pen, Viktor Orbán y Javier Milei. Las intervenciones fueron insustanciales, apenas significativas, abonadas al lugar común, con una excepción, Javier Milei, presidente de Argentina. Su llegada a Madrid estuvo rodeada de la polémica habitual. Pretextando una actividad privada, evitó saludar al rey, Felipe VI, y al presidente de España, Pedro Sánchez.

El mandatario argentino pronunció su discurso este domingo en medio de enorme expectación tanto dentro del recinto abarrotado de simpatizantes, como afuera en que apenas unas decenas de personas se manifestaban en su contra. Milei no defraudó recurriendo a una oratoria incendiaria, crítica del socialismo a condición de exaltar al liberalismo. Arrobado por los aplausos y jaleado por incondicionales, aludió sin nombrarla a la corrupción de Begoña Gómez, esposa de Pedro Sánchez, imputada en un proceso judicial. La acusación de Milei estuvo precedida desde semanas antes de insultos y agravios hacia su persona espetados por miembros del ejecutivo español.

Tras las palabras de Milei, el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, llamó a consultas a la embajadora española en Buenos Aires y pidió de inmediato disculpas a Milei por unas palabras ofensivas que suponían injerencia en la política española. Previsiblemente, el argentino no se disculpó, por lo que Albares llamó a su ministerio a la embajadora argentina en España bajo amenaza de romper relaciones diplomáticas con el país austral. De regreso a su país, Milei escribió el siguiente mensaje en su cuenta de X: “volvió el león surfeando sobre una ola de lágrimas socialistas”.

            Pedro Sánchez es un farsante que aprovecha cualquier oportunidad para conseguir rédito político. Su reacción desproporcionada es inseparable de las campañas a las elecciones europeas que iniciarán muy pronto y en que las encuestas sitúan al Partido Socialista Obrero Español en segunda posición, lejos del Partido Popular. Sánchez ha hecho de una alusión a un particular una cuestión de Estado auxiliado por la propaganda de los medios afines. La mujer de Sánchez no representa a España, sólo a sí misma, implicada en un caso grave de corrupción en complicidad con su esposo, Pedro Sánchez.

El presidente pide que Milei se disculpe, pero no solicita a sus colaboradores que hagan lo propio con el argentino después de haberlo difamado y calumniado. Milei no miente al referir la presunta corrupción de Begoña Gómez. Otra cosa es que haya cometido una imprudencia que desaconseja el protocolo diplomático. La reacción de Sánchez está fuera de proporción aunque no su motivación política. Crear un problema diplomático cuando no hay asunto es una práctica habitual de quien hace de la mentira, el insulto y la demagogia directriz de su gobierno.

            Quizás lo que ofendió a Pedro no fue la referencia a Begoña, sino la crítica ácida y abierta al socialismo, rebajando a sus seguidores a una pandilla de salteadores sin escrúpulos solo interesados en su propio bienestar. Subrayar esa breve alusión a la primera dama es estrategia para desviar la atención del gobierno del PSOE y sus aliados terroristas e independentistas que previsiblemente le restarán votos en las elecciones europeas. El barullo innecesario exhibe otra vez el infantilismo de Pedro Sánchez, cada vez más desnudo frente a la opinión pública, ridículo y grotesco, a quien no le importa movilizar a todo el gobierno, incluso arriesgar la relación con otro país, por ventajismo electoral.  

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