
La progresía es extraña categoría que incluye a progres y aspirantes. Se ignoran con precisión las características del progre pero suelen ser desinhibidos en apariencia, tolerantes con las faltas propias pero intransigentes con las ajenas, portavoces de verbo florido al servicio de la estigmatización del otro, promotores del odio a condición de señalar el odio de los demás, todo con amplia sonrisa condescendiente y palmaditas en la espalda. La ideología no define al progre puesto que se sitúa en la derecha o en la izquierda de acuerdo a su conveniencia para la que exige la prescriptiva tolerancia. La progresía propone principios sólidos sobre los que levantar una sociedad: wokismo, ideología de género, derechos de las minorías sobre los de la mayoría, cultura de la cancelación. Lo significativo de la progresía no reside en la simpatía política sino en lo progre que es anterior y necesario. Muchos progres juntitos conforman ese mundo en marcha llamado progresía. Lo progre es un estilo de vida; aún más, es toda una vida o muchas vidas o todas las vidas. El mundo cabe en lo progre. Lo progre ha llegado para quedarse porque sobrevino como sofisticación de la posmodernidad, etapa amoral afortunadamente superada por la moralidad definitiva de la progresía. No es una opción, sino un absoluto a condición de eliminar todo lo demás. Lo único es absoluto. Para el progre la contradicción tampoco es obstáculo puesto que se disipa al haber sido formulada por un progre. Nada es ajeno a lo progre, nadie se resiste a su atractivo. Este estadio superior de la humanidad encuentra en los nuevos periodistas su mejor escaparate. Nuevos no en razón de la edad sino de haber abrazado el ideario progre desde el momento de su irrupción debidamente financiado por el erario, en caso contrario ya no es postureo progre sino carcundia reaccionaria.
El tándem de periodistas integrado por Páez Varela-Delgado respira una densa atmósfera progre, pero kitsch. Militantes del feminismo más feminista, invitan a su espacio radiofónico cada cierto tiempo al exponente más sofisticado del feminismo ultra: el español Juan Carlos Monedero. Fundador del partido político Podemos y profesor de la Universidad Complutense de Madrid, ha sido acusado de acoso sexual por alumnas y compañeras de partido. De inmediato el académico feminista-top renunció a su plaza en la universidad sin esperar citación del juez y se escondió. Páez Varela-Delgado, muy progres, invitan al progre de Monedero para que hable de cualquier cosa de lo que se congratulan arrobados ante tanta indigencia intelectual. El radioescucha nacional advierte pasmado que los adalides patrios de la ideología de género sucumben a los encantos del propagandista de la doctrina woke contra la que atenta a cada ocasión como exhiben incontables denuncias. También Monedero está siendo investigado por la Audiencia Nacional de España a causa de la financiación ilegal de Podemos con dinero de los regímenes de Venezuela e Irán. Monedero el progre rechaza estas acusaciones acompañadas presuntamente con evidencias de todo tipo al considerar esa financiación ilegal donativos desinteresados de gobiernos comprometidos con la democracia, la libertad y el Estado de derecho. Nada comenta de las cantidades que se ha embolsado según sospechas fundadas. Pero este asunto para el intrépido tándem de la progrez es menor. Nada de esto impide que Varela-Delgado convoquen a Monedero a su programa con objeto de ilustrar a las audiencias mexicanas sobre democracia, respeto los derechos de los ciudadanos y transparencia. Esta pareja eleva su autoridad profesional y su categoría moral al dotar de autoridad a quien carece de toda autoridad. La progresía todo lo puede, todo lo alcanza.
Lo progre justifica informativos que dan voz a quienes defienden sin desfallecer los derechos de la mujer a condición de acosarlas convenientemente o a quienes comprometidos de labios hacia afuera con el respeto a las leyes ceban sus cuentas corrientes con absoluta opacidad. En este extraño mundo de la progresía todo está muy bien porque todo es muy progre. Qué padre.