Campañas, elecciones, voto y democracia son las palabras que rondaran últimamente por cada espacio de nuestro país, pero una pregunta vive en el ambiente, ¿por quién carajos voy a votar?
Que si los colores del guinda, el tricolor, que sí el blanquiazul, que sí el sol, que sí ya sabes quién, que yo no sé… Hemos sido y seremos bombardeados por la trayectoria de algunos, por el historial de actos familiares de otros y tantas cosas que parecen irrelevantes en una contienda electoral en la que parece que las propuestas son un factor irrelevante. Pues a pesar del tiempo aún parece que debemos agradecer a nuestros representantes la ejecución de sus obras, de sus iniciativas o decisiones, pero que hay que defender si seguimos aplaudiendo cada paso olvidando que es una obligación relacionada con sus puestos, no una celebración.
Te puede interesar: A letra suelta
¿Qué carajos importa si hicieron, si se inaugura un nuevo puente, que si tal mitin, un nuevo hospital o cualquier otra cosa “en beneficio del país”, cuando precisamente ese es su labor?, ¿por qué demonios debemos aplaudir la inauguración de cada espació cuando ese debería ser un proyecto de mejora continua? ¿por qué seguimos a las expectativa de promesas vacías si en 3 o 6 años de gobierno jamás exigiremos su cumplimiento? Porque es como en la escuela si das la enseñanza pero no se exige la evaluación ¿qué importa?
A lo anterior añadiría más preguntas, pero, ¿tendría algún caso?, y es que a veces parece seguimos soñando en promesas baratas, mientras nos importa un comino trabajar por el presente y exigir por nuestro futuro… ¿por quién #$% votaré? , preguntaría antes ¿por qué cambio empezaré?