Río de Janeiro, Brasil fue sede de la reunión del G20 donde están las potencias económicas del mundo, las cuales asistieron todas a excepción de Rusia a nivel de Jefe de Estado o Presidente. También asistió la Presidenta de la Comisión Europea y los directores del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, la representación de países africanos y el Secretario General de la ONU.
Esta reunión fue una muestra contundente de la interlocución mundial que tiene el gobierno del Presidente Lula y de su propuesta de combatir la pobreza y el hambre a nivel mundial, aunque las guerras y la carestía mundial robaron parte de la atención a esta magnífica reunión.
Este encuentro muestra claramente que la solución a los problemas de pobreza, hambre, cambio climático, migración, crimen organizado, gobernanza y democracia solo se dará con el trabajo multilateral e insistir en la cooperación y la corresponsabilidad.
Esta reunión se da en medio de una guerra desigual entre la Rusia de Vladimir Putin y la Ucrania de Volodimir Zelensky, de un genocidio de Israel sobre Palestina y una ampliación de este conflicto hacia el Líbano a Irán que nos llevaría a una guerra de dimensiones incalculables por las olas migratorias que generaría y la crisis humanitaria y económica mundial que se avecina.
También está la incertidumbre de la llegada de Trump al gobierno de Estados Unidos, la estridencia de presidentes como la italiana Giorgia Meloni y Javier Milei y la crisis política de la Alemania producto de la carestía.
Hay un mundo convulso que fue parcialmente abordado en esta reunión. Se estuvo de acuerdo en enfrentar el hambre y pobreza, el problema es que los mecanismos mundiales no tienen la credibilidad para llevarla a cabo, ya que en la reunión se insistió en la urgente necesidad de reformar la ONU, el FMI y el BM porque el mundo ha cambiado desde el fin de la Segunda Guerra Mundial en 1945 y aún más diferente tras la caída del socialismo soviético hace 35 años.
Esta nueva realidad mundial está reflejada en esta reunión donde participaron Jefes de Estado, Gobierno y Presidente de gobiernos democráticos, dictaduras, autocracias, emiratos y representes de bloques regionales. Todos ellos con peso económico, militar, nuclear y tecnológico.
Fue la última cumbre de Joe Baiden de USA, la no última asistencia de Vladimir Putin de Rusia quien tiene orden de aprensión solicitada por la Corte Penal Internacional al igual que el presidente de Israel.
Vimos actores fuertes como China y Sudáfrica y débiles como Francia y Alemania y consolidación de liderazgo de Brasil en la región a pesar de sus contradicciones ideológicas internas, aun Lula no logra convencer al PT de que la vía es la democracia y no la revolución
Observamos también a representantes de organismos internacionales como la ONU, el FMI y el BM que ante las crisis regionales han perdido credibilidad y peso ya que no han podido detener las guerras antes mencionadas, la pobreza y la desigualdad aún con países con deudas externas impagables.
El faro de luz que fue Río de Janeiro nos muestra que el diálogo es posible, que puede haber coincidencias en las diferencias, que el multilateralismo es la política necesaria para enfrentar los problemas mundiales y eso no lo debemos de abandonar.
Hay que insistir, aunque parezcamos necios porque cada vez hay menos disposición a dialogar, acordar y planear a corte, mediano y largo plazo.
Me equivoque al afirmar que esta reunión terminaría igual que la llevada a cabo en Colombia y en Ecuador, en lo que no me equivoque es que sistema internacional debe reformarse antes de que el caos, la ingobernabilidad y la inestabilidad global sea incontenible.
Urge un sistema mundial sin veto, democrático, respetuoso del derecho internacional y que ante conflictos bélicos intervenga de manera decidida para no generar muertes inocentes.
Aún estamos a tiempo.
José Irán Moreno Santos
Presidente Fundación de Estudios Políticos Económicos y Sociales Progresista
