El reciente debate celebrado el domingo pasado muestra diferentes asuntos que no aparecieron entonces, pero que se antojan significativos para comprender la situación política actual, la orientación de las campañas y la responsabilidad de los partidos de oposición. Hay consenso a la hora de proclamar vencedor a Santiago Taboada. No me lo parece. A mi juicio, el mejor candidato fue Salomón Chertorivski tanto por su elocuencia y desenvoltura como por la categoría de sus propuestas. Otorgar el triunfo a Taboada sólo se debe a que la polarización emplaza dos opciones: el oficialismo de Brugada y la alternativa más viable de oposición.
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El candidato de Movimiento Ciudadano pasó inadvertido a pesar de su interesante desempeño. Clara Brugada declaró reiterativamente que seguirá las directrices de gobierno de Claudia Sheinbaum en el gobierno de la Ciudad de México, quien a su vez seguirá las directrices de López Obrador en el gobierno de la nación. La observación exhibe a unos prospectos protegidos bajo el manto de Andrés Manuel que no se apartan un milímetro de lo establecido. Morena aparece ahora como lo que es: un movimiento autoritario al servicio de un solo hombre, en que los candidatos son marionetas movidas por el titiritero de Palacio Nacional.
Dicho de otra manera, ni Clara Brugada ni Claudia Sheinbaum son rivales para adversarios con convicciones e ideas propias. Previsiblemente, todos los debates, ya para la presidencia, ya para la jefatura, los ganará la oposición. A los oficialistas les preocupa más mostrar su lealtad a López Obrador que programas sensatos y concretos que mejoren la vida de los ciudadanos.
Brugada exhibió en el debate la debilidad de Morena y aliados, una coalición interesada en exclusiva en detentar el poder. Santiago Taboada criticó la gestión de Clara Brugada y de Claudia Sheinbaum: ventiló la venta de agua en Iztapalapa, el accidente de la línea 12 del metro en que murieron 26 personas por falta de mantenimiento de la red, el desvío de recursos del financiamiento de la ciudad a las obras de López Obrador, la inseguridad que persiste a pesar de la propaganda oficial. Olvidó un asunto decisivo sin el que no sólo no atraerá inversiones, sino que alejará a las que han llegado hasta hoy: la fiscalía de Ernestina Godoy.
La fiscal de Sheinbaum ha operado como comisario político, ajena a la justicia, desentendida de las denuncias legítimas de ciudadanos, preocupada únicamente en perseguir a opositores al régimen, desmantelando el aparato de justicia que dota de seguridad a inversionistas y empresarios. La actuación de la Fiscalía de la Ciudad de México representa a cabalidad la venezolización del régimen obradorista. Todos estos asuntos y otros más desacreditan la gestión de Sheinbaum que espera continuar Brugada. Frente a este panorama, lo que ha faltado es una verdadera oposición dedicada sistemáticamente a denunciar excesos, errores, contradicciones, delitos, uso fraudulento de las instituciones.
En la actualidad, PAN, PRI y PRD buscan recuperar un tiempo irrecuperable a causa de su indolencia y desinterés. Con una oposición competente y seria, el desgaste del poder hubiera debilitado significativamente las opciones de los candidatos del obradorato en las próximas elecciones.
En caso de victoria de Clara Brugada y Claudia Sheinbaum, la responsabilidad recae directamente en Marko Cortes, Alito Moreno y Jesús Zambrano. Pésimos presidentes de sus partidos, dedicados a negocios particulares con el pretexto de sus respectivos partidos. No ha habido oposición durante el sexenio, no han hecho nada, han abandonado sus deberes y obligaciones. Voluntariamente han entregado el país. La oposición necesita regenerarse para servir a la sociedad como se merece y necesita. El desastre de este sexenio mucho debe a una oposición apática y desobligada que nunca reconoció el lugar que ocupa.