Domingo siete

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El primero de los diez debates presidenciales que se han realizado en México, se llevó a cabo en 1994 y desde entonces, son foco de atención de los procesos electorales. Su objetivo principal es permitir que la ciudadanía, el electorado, conozca las propuestas y planteamientos de quienes aspiran a la Presidencia de la República, así como percibir su forma de pensar, nivel de conocimiento y capacidad para enfrentar los retos que el país enfrenta.

Su estructura y formato son definidos y normados por el Instituto Electoral, pero en general se dividen en segmentos, enfocados a temas específicos de interés público, en los que las candidatas y candidatos tienen la oportunidad de presentar sus propuestas y de responder a las preguntas formuladas por los moderadores y por los ciudadanos e incluso, replicar las expresiones y cuestionamientos de sus contrincantes; es la oportunidad de fortalecer el razonamiento del voto, de ejercer una decisión informada, con base en este ejercicio democrático que sin duda permite delinear, al menos a grandes rasgos, la personalidad y pericia política de quienes pretenden gobernar y conducir al país, tras presentar propuestas concretas y viables, aunque hay quienes recurren solo a lugares comunes, al discurso vacío o al ataque sistemático de sus adversarios.

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A pesar de su eminente valor y contribución al desarrollo democrático, la realidad es que su impacto es poco relevante, pues si bien los debates cobran presencia y repercusión en los medios masivos de comunicación, al ser transmitidos en vivo por televisión, radio e internet, permitiendo que millones de personas puedan seguir el debate y conocer las propuestas de los candidatos, el porcentaje de la población que dedica un par de horas para observar un debate es mínimo; por tanto, difícilmente altera la tendencia de una elección, para ello, tendría que suceder algo verdaderamente extraordinario, pero incluso ganar el debate no implica ganar la elección ni viceversa.

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La repercusión mayor se logra en lo que se conoce como el “posdebate”, en el que cada equipo de campaña aplica lo mejor de sus estrategias para ganar el posicionamiento en la percepción de la opinión pública, a través de los medios de comunicación y plataformas digitales que realizan análisis y comentarios sobre el desempeño de los candidatos, lo que contribuye a enriquecer el debate público y a que las y los mexicanos tengan una visión más completa de las diferentes opciones políticas; y si bien, hay que reconocer que el debate no tienen un impacto real en el resultado electoral, se percibe un positivo crecimiento de la participación ciudadana, principalmente a través de las redes sociales, incluso enviando preguntas, que pueden ser seleccionadas por los moderadores para ser incluidas en el debate, dando voz activa a la ciudadanía en el proceso electoral y que los candidatos conozcan de primera mano las preocupaciones y necesidades de la población, fomentando la aportación del electorado a la discusión pública de los temas de mayor trascendencia para el país, constituyéndose así, en herramienta útil del proceso electoral, gracias a su participación activa e informada tanto en el debate como posdebate públicos.

La cita para el onceavo debate presidencial en la historia de nuestro país, se ha dispuesto para las 20:00 horas del próximo domingo 7 de abril en la Sala del Consejo General del INE, moderado por Denise Maerker y Manuel López San Martín, ambos con reconocida trayectoria y sobrada solvencia profesional.

Este primer debate de la elección presidencial en curso, será la oportunidad para que las candidatas y el candidato, hagan su mejor esfuerzo en la lucha por mejorar su posición en las tendencias y preferencias electorales, oportunidad que será a la vez, disyuntiva entre mostrarse como estadista o tan solo librar el domingo siete, al exponer y defender su visión respecto a la educación y la salud; la transparencia y el combate a la corrupción; la discriminación y grupos vulnerables; así como la violencia contra las mujeres; como parte de su estrategia para alcanzar “La sociedad que queremos”.

Por Carlos Tercero

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