Arancelazos, deportaciones e invasione

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A días del regreso de Trump a la Presidencia de EU, cuyas declaraciones y nombramientos como los del Secretario de Estado, Embajador en México y Enviado Especial para América Latina son muestra de la radicalidad con la cual llevará su segundo mandato, han ocasionado una escalada mediática sin precedentes; sin dejar de considerar la natural verborrea del líder estadounidense, así como los matices inevitables entre discurso y políticas públicas, sin duda buscará hacer más o menos realidad las propuestas con las cuales convenció a los electores de su país para volver a ocupar la Casa Blanca.


La amenaza de imponer desproporcionados aranceles, realizar deportaciones masivas de migrantes y ejercer unilateralidad en sus acciones contra el narco, son claras muestras de sus delirios imperiales. Aunque es muy cierto que la fuerza del capital se terminará imponiendo y muy difícilmente Trump podrá hacer realidad todos sus amagos, restaría saber si el hoy presidente electo de EU combatirá con tanta estridencia a los narcotraficantes de su país, así como la producción y venta de armas que completan los círculos criminales que dice combatir.


A diferencia de Trudeau, quien no dudó en dar su último tropezón hacia Mar-a-Lago, algunos líderes de América Latina han dado respuesta frontal a las balandronadas de Trump; y es que sus amenazas, que van desde tomar el Canal de Panamá, hacerse de Groenlandia, considerar a narcos como terroristas y con ello abrir la puerta a más invasiones abiertas, incorporar a Canadá como su estado 51 al hacer uso de la “fuerza económica” o cambiar el nombre al Golfo de México, entre otras, bien podrían considerarse sólo estupideces o una calculada campaña para exacerbar los ánimos nacionalistas y justificar el nuevo aire proteccionista internacional.


En este contexto hay quienes no ven del todo negativo este periodo al cual estamos por entrar, pues para bien o mal acelera el final de un modelo y paradigma de sociedad en decadencia, así como el fin de un ciclo económico que desde hace tiempo ya está dando paso a nuevos órdenes globales, donde Estados Unidos va dejando su hegemonía absoluta, para dar paso a otras naciones o alianzas sin su injerencia directa.
A pesar que la presidenta Sheinbaum ha mostrado entereza al responder a estas declaraciones, con el respaldo de la sociedad y otras fuerzas políticas, es importante no entrar en el juego de palabrerías. Sin negar la relación y codependencia con America del Norte, México hoy puede retomar su diversificación de mercados, aprovechar la gran red de tratados comerciales internacionales y promover nuevas alianzas económicas, donde sea una prioridad mirar al sur hacia la integración latinoamericana.


Mientras tanto, es muy cierto que México ya debe obtener avances concretos en su lucha contra la corrupción y delincuencia, pues quienes hoy están en el poder durante décadas contribuyeron a develar la suciedad del sistema político nacional, y ahora sobre él y a lado de los viejos corruptos pretenden afianzar la mentada transformación.

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