En nuestro país se hace lo que se quiere, se pasan el alto, tiran basura por doquier, se roba, se callan a periodistas, se desaparecen estudiantes, se señala a mujeres, se desprecia a minorías y se olvida a indígenas, así mero, se hace porque se puede, porque las denuncias se van a archivo, las iniciativas por el desarrollo quedan en la congeladora y el beneficio «social» se mantiene en las altas esferas.
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En nuestro país se quebranta al oprimido, se señala la pobreza, se subraya el hambre, se descalifica a la pobreza, se sabotea al analfabeto y se desprecia a los profesionistas, en esta tierra azteca se borran las raíces, se consagra al extranjero, se celebra a influencers y se minoriza el conocimiento.
El país del revés, donde la justicia efectiva parece ser a mano propia, mientras la estructura judicial ignora, en nuestro país se prioriza en las campañas políticas, en la inversión al bombardeo de figuras, se justifica el gasto excesivo en elecciones, sin embargo, en resultados se justifica la omisión, el olvido.
Estamos pues en el país del desquicio dónde poco importan los ciudadanos e importan los intereses propios de quien amaña el poder, en este país poco se distingue entre buenos y malos, entre encapuchados y portadores de paz y justicia, sin embargo, los buenos como en la historia ha quedado claro, son crucificados, mientras los malos son vanagloriados, queda pues la pregunta, ¿quién es quién?