
Washington, D.C. – El reciente despliegue naval de Estados Unidos en el Caribe venezolano ha reavivado el debate sobre si es posible forzar la salida de Nicolás Maduro del poder y, en caso de lograrlo, cómo se gestionaría el escenario del «día después». Expertos como Manuel Orozco y Daniel Zovatto cuestionan la viabilidad de una intervención militar y señalan los complejos desafíos que implicaría.
La administración de Donald Trump ha intensificado la presión sobre Caracas con una combinación de sanciones, acusaciones de narcoterrorismo y una demostración de fuerza con destructores, submarinos nucleares y más de 4 mil marines. Este despliegue, que va más allá de una simple operación antidrogas, parece buscar la disuasión, provocar fracturas internas y forzar una negociación que abra la puerta a una transición política.
La resiliencia del régimen y los factores de violencia
Un obstáculo central es la resiliencia del régimen de Maduro, que ha demostrado no estar dispuesto a negociar su salida. Además, el análisis estratégico advierte que el problema va más allá de la figura del presidente. Venezuela es un entramado de facciones armadas, incluyendo a las milicias bolivarianas, los colectivos urbanos y la presencia de guerrillas colombianas (ELN y disidencias de las FARC) en la frontera. Estos grupos podrían convertirse en focos de violencia dispersa, desestabilizando cualquier proceso de transición pacífica, incluso si Maduro fuera neutralizado.
Los límites de la intervención militar y el dilema de la oposición
Un escenario de invasión quirúrgica enfrenta graves restricciones. Para tener éxito, requeriría la neutralización de la cúpula chavista, la rendición de las Fuerzas Armadas y la legitimación de un gobierno de transición en tiempo récord, lo cual es altamente improbable. El colapso del orden interno, los saqueos y la ausencia de una policía funcional obligarían a una larga y costosa ocupación estadounidense.
Por su parte, la oposición venezolana carece de una estructura armada y sus redes internas de resistencia son mínimas tras el supuesto fraude electoral de 2024. Esto plantea el dilema de cómo una transición podría sostenerse sin fuerzas locales capaces de garantizar la seguridad.
La apuesta real: Un quiebre interno
Más que una invasión, el despliegue naval parece ser una estrategia para incitar un quiebre interno o una salida negociada. Al exhibir su poder militar, Washington busca presionar a la élite chavista para que sacrifique a Maduro con el fin de preservar sus propios intereses. Sin embargo, el desafío central sigue siendo cómo evitar que la salida del presidente abra un escenario aún más caótico. La transición, por lo tanto, dependerá más de un pacto interno entre los distintos actores venezolanos y la comunidad internacional que de la simple fuerza militar.