El compositor Francisco Gabilondo Soler, mejor conocido como Cri-Cri, se inspiró en su entorno y la imaginación para crear sus canciones, que han cautivado a generaciones de niños en México y el mundo.
Armando López Macip, historiador y director de la Orquesta Clásica de Orizaba, explica que muchas de las composiciones de Cri-Cri, más de 215, fueron vivencias que él tuvo, como la canción «El Chorrito», que se inspiró en un manantial de su ciudad natal. Otras, fueron producto de su imaginación, como «El señor Tlacuache», que cuenta la historia de un simpático animalito.
López Macip también recuerda que Cri-Cri fue un gran innovador, y que su música no solo era divertida y educativa, sino que también tenía un mensaje social. Por ejemplo, la canción «La Patita» se queja de la carestía de los productos de la canasta básica, y podría considerarse como una de las primeras canciones de protesta en México.
Cri-Cri se retiró de la radio en 1960, pero su música sigue siendo popular hoy en día. Sus canciones han sido traducidas a más de 20 idiomas y han sido interpretadas por artistas de todo el mundo.
¿Dejó canciones sin publicar?
Gabilondo Soler no grabó sus canciones hasta finales de la década de 1940, por lo que se cree que dejó muchas canciones sin publicar. López Macip afirma que todavía hay letras de su autoría que no están cuantificadas porque no terminó ni publicó.
En 1953, una funcionaria de la Secretaría de Educación Pública, Rosaura Zapata, influyó para que la música de Cri-Cri fuera prohibida en las escuelas. Zapata, que también era compositora, argumentaba que las canciones de Cri-Cri eran confusas para los niños.
La prohibición duró unos años, pero la música de Cri-Cri siguió siendo popular entre los niños. López Macip afirma que la prohibición, en lugar de ser un perjuicio para Cri-Cri, lo hizo más famoso.
La música de Cri-Cri es un legado que perdurará por generaciones. Sus canciones son un recordatorio de la importancia de la imaginación, la creatividad y la educación.