Militares y policías en la UNAM

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Derivado del asesinato de un alumno del CCH Sur a manos de un ex compañero, así como la desaparición de una estudiante del Naucalpan, sumados a la cotidiana inseguridad a la que está expuesta la comunidad universitaria, se encendieron las alertas sobre diversos temas pendientes de la UNAM, caja de resonancia o factor de (in) estabilidad para otros ámbitos de la sociedad. El ambiente se incrementó con amenazas de bomba y paros, que hoy mantienen varios planteles de bachillerato y facultades sin actividades.

    AMLO guardó distancia de las autoridades y sostuvo en varias ocasiones lo que muchas voces han aceptadodurante décadas: es necesaria una reforma a fondo en la Universidad, no sólo en cuestión de seguridad sino sobre todo en materia de transparencia, y lo más deseable es que estos cambios se produzcan desde dentro por la propia comunidad. Con el actual gobiernoha sido notorio el cambio: hoy es común ver a Lomelíaplaudiendo en eventos de gobierno y a Sheinbaum sin esa narrativa, ofreciendo su apoyo sí así lo solicitan sus autoridades. 

    Si existen intereses oscuros en querer desestabilizar o tan sólo sea el reflejo de la vulnerabilidad con la que viven los jóvenes, y en general la población, hoy lo cierto es la evidente crisis de viabilidad en una institución calificada entre las mejores de América Latina, pero que semestre a semestre (que en la UNAM de por si duran cuatro meses) suspende actividades al menos algunas semanas.   

    Entre las líneas de acción para el regreso seguro a clases, el rector indicó que ante alguna amenaza las autoridades universitarias “contactarán” a las de seguridad pública federal, tal como sucedió con la amenaza en la Facultad de Ciencias Políticas. Atizando el fuego, en semanas pasadas fue notoria la presencia de militares en el campus universitario; los insólitos casos del atajo que por error tomó un camión con militares al entrar a Ciudad Universitaria y el traslado de un caballoen otro vehículo militar, hubieran provocado la airada protesta de varios de los hoy funcionarios que fueronactivistas; sería lamentable que algunos de ellos, como ya ha trascendido, quisiera meter las manos a la Universidad, en sus luchas intestinas por el poder dentro del partido oficial.   

   Si la mentada autonomía está en riesgo o sólo es una entelequia, es algo que debe abrirse a la discusión detodos. En el cruce de intereses oscuros, y otros no tanto, hay quienes quieren la Universidad cerrada y a sus integrantes sin involucramiento; la constante presencia de grupos auto nombrados anarquistas, con prácticas de grupos de choque a quienes las autoridades ni universitarias ni del gobierno han querido enfrentar,mantiene e incentiva esta abulia. 

   La UNAM debe ser segura y estar en actividades. Es un hecho que sólo con el involucramiento directo de toda la comunidad será posible generar entornosseguros; hoy no existe esfuerzo alguno por promover la participación coordinada de alumnos, académicos y administrativos, para que asuman juntos su rol activo en la corresponsabilidad de la seguridad, pero tambiénrespecto a otros cambios igual de urgentes y necesarios que por generaciones se han logrado detener: la administración y manejo de recursos, la asignación y permanencia de plazas. Es bueno pedir cafeterías y manifestarse contra el genocidio en Palestina, pero tal vez corresponda más a los universitarios promover una transparencia transversal, desde la selección y permanencia de alumnos, académicos y administrativos,hasta el manejo de sus recursos.

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