¿Qué relación tienen? La mafia en Estados Unidos, la rivalidad de bandas y la ley seca de finales de los 20, son elementos que forman parte de una matanza recordada este día
La mañana del 14 de febrero de 1929 no tuvo nada de romántico. A las 10:25, en un almacén de la calle North Clark, en Chicago, llegaron los hombres de Bugs Moran para recoger un cargamento de whisky, sí, justo en esos días de la prohibición o la llamada ley seca.
Moran era el archienemigo de Al Capone, y no se esperaba la sorpresa que el capo le había preparado. Cuando sus hombres llegaron, se acercó una patrulla y un auto no identificado. Eso les llamo la atención, porque no era habitual que la policía se apareciera cuando hacían sus movimientos, no por otra cosa, sino porque los «azules» ya tenían su mochada para dejarlos trabajar libremente.
Pero no eran policías, eran lo hombres de Al Capone, que con toda frialdad bajaron de los coches y les dispararon a quemarropa. En pocos segundos los siete gánsteres de Moran fueron abatidos por las armas de los falsos agentes. No dejaron testigos; remataron en el suelo a los que todavía estaban con vida después de las ráfagas de las metralletas.
Sólo hubo un detenido, el famoso Machine Gun, quien quedó libre casi de inmediato al tener una coartada. Era 14 de febrero y dijo que estaba festejando con su novia desde temprano.
Este hecho es conocido como la Masacre de San Valentín, que marcó un antes y un después en la historia de la mafia en Estados Unidos. Tuvo importantes repercusiones políticas y sociales. Aumentó la presión para poner fin a la ley seca y desmantelar el poder de la mafia. Capone, que se encontraba en Florida en el momento del crimen, vio su imagen pública y su influencia debilitadas, lo que eventualmente le llevó a ser condenado por evasión de impuestos en 1931.