Luis Díaz y su padre, unidos tras 12 días de angustia

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El retorno triunfal del extremo del Liverpool, Luis Díaz, a su tierra natal en Barranquilla trascendió más allá de su convocatoria para los partidos eliminatorios al Mundial de 2026. Su regreso se convirtió en un emotivo encuentro con su padre, Luis Manuel Díaz, quien había sido víctima de un secuestro que duró angustiosamente doce días a manos del Ejército de Liberación Nacional (ELN).

Las imágenes compartidas por la Federación Colombiana de Fútbol (FCF) capturaron el conmovedor abrazo entre Díaz y su padre, un momento cargado de emoción y afecto después de la liberación de este último el pasado jueves por parte de la guerrilla del ELN.

«Bienvenido a casa Luchoooo! Así fue el emocionante encuentro de Lucho con su papá Mané Díaz y su familia. ¡Te queremos y estamos más unidos que nunca!», expresó la FCF en su cuenta oficial, acompañando las fotos del emotivo reencuentro.

En las instantáneas, se observa a un emocionado futbolista de 26 años saludando a su padre, quien visiblemente conmovido, no pudo contener las lágrimas al abrazar a su hijo después de los días de incertidumbre.

La escena no estuvo exenta de la presencia de otros seres queridos, como la madre del jugador, Cilenis Marulanda, el seleccionador colombiano, Néstor Lorenzo, y el presidente de la FCF, Ramón Jesurún, quienes también compartieron la alegría de este reencuentro tan esperado.

El padre de Luis Díaz fue entregado a una comisión humanitaria conformada por la Misión de la ONU en Colombia y representantes de la Iglesia católica. Este suceso tuvo lugar en las estribaciones de la serranía de Perijá, cercana a Barrancas, en el departamento caribeño de La Guajira, donde había sido secuestrado el pasado 28 de octubre, marcando un final feliz a un episodio de gran tensión para la familia Díaz y para toda Colombia.

La unión familiar y el regreso de Luis Díaz a su selección nacional no solo se convirtieron en un motivo de alegría para los fanáticos del fútbol, sino que también representaron un símbolo de esperanza y fortaleza en medio de circunstancias desafiantes. La valentía y determinación del jugador para superar este difícil momento refuerzan su compromiso con el deporte y su país.

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