En la paradisíaca costa de Palm Beach, Florida, el magnate estadounidense Ken Griffin está dando vida a lo que se espera sea la mansión más costosa del mundo, con un presupuesto que supera los 1.000 millones de dólares. La imponente residencia se está erigiendo en un terreno de 10,2 hectáreas en la exclusiva zona conocida como Billionaire Row, y se prevé que deslumbre con su magnificencia una vez completada.
La inversión inicial en el terreno solo alcanzó la asombrosa cifra de 450 millones de dólares, y desde 2012, Griffin ha adquirido parcelas contiguas para llevar a cabo su ambicioso proyecto. Con la reciente adquisición de una mansión adicional en 2019 por 104,9 millones de dólares, el visionario empresario aseguró la expansión de su inigualable propiedad. Actualmente, el vasto terreno, ahora unificado, se destaca como uno de los más extensos frente al mar en Blossom Way, fácilmente identificable incluso en Google Maps.
El complejo que rodeará la residencia principal será una muestra de opulencia sin precedentes, incluyendo un spa de lujo, una deslumbrante piscina con vistas al Atlántico, canchas de tenis, exuberantes jardines junto al lago, alojamiento para huéspedes y una cabaña para el cuidador. Esta lujosa extensión se ubicará a pocos pasos de la prominente residencia Mar-A-Lago, hogar del ex presidente Donald Trump.
La pieza central de esta impresionante propiedad será la mansión principal, que abarcará 4.645 metros cuadrados e incluirá 12 lujosos dormitorios. La colosal piscina adjunta, con aproximadamente 1.858 metros cuadrados, promete ser un punto de atracción destacado en este majestuoso paraíso. Además, en el complejo se incluirá una residencia independiente para la madre de Griffin, otorgándole un toque personal a este proyecto de proporciones monumentales.
Ken Griffin, reconocido por sus inversiones inmobiliarias de altos vuelos, ha ampliado su impresionante cartera de propiedades con adquisiciones en Chicago, Londres y Florida, incluyendo un ático en Nueva York valorado en 238 millones de dólares, marcando así un hito en las compras de apartamentos en Estados Unidos.
A pesar del costo astronómico de este proyecto, Griffin demuestra una determinación incansable en la creación de su hogar ideal, destacando su compromiso inquebrantable con la materialización de sus sueños más extravagantes en forma de mansiones incomparables. Con Palm Beach como telón de fondo, la mansión más costosa del mundo se levanta como un símbolo deslumbrante del poder adquisitivo sin límites en el mundo de los ultra ricos.