Luego de haber sido golpeado por la policía de Ecuador tras su secuestro del interior de la Embajada de México donde estaba asilado, el ex presidente ecuatoriano va camino a la cárcel de máxima seguridad La Roca en Guayaquil.
Jorge Glas, el exvicepresidente de Ecuador, se ha convertido en un personaje central en un dramático giro diplomático entre México y su país natal.
Pero, ¿quién es realmente este hombre en el centro de la tormenta?
Glas, de 54 años y con formación en ingeniería, ha sido un fiel compañero político del exmandatario Rafael Correa, con quien ha compartido una amistad desde sus días de colegio. Su ascenso político comenzó en 2007, cuando Correa lo reclutó para administrar el Fondo de Solidaridad del país, un proyecto dedicado a invertir las ganancias de empresas estatales en iniciativas sociales. Este fue solo el comienzo de su vertiginosa carrera política.
A medida que Glas se movía en los círculos del poder, sus problemas legales también crecían. En 2017, fue condenado a ocho años de prisión por recibir sobornos de la constructora brasileña Odebrecht, un escándalo que sacudió a varios países de América Latina. A pesar de estar en el cargo de vicepresidente bajo la administración de Lenín Moreno, Glas se vio obligado a renunciar y enfrentar la justicia.
Sin embargo, su historia tomó un giro inesperado cuando buscó refugio en la embajada de México, argumentando ser víctima de persecución política. Esta acción desencadenó una serie de eventos que llevaron a la ruptura de relaciones diplomáticas entre México y Ecuador, un hecho sin precedentes en la historia de ambos países.
El gobierno ecuatoriano, decidido a llevar a Glas ante la justicia, tomó medidas drásticas que culminaron en la captura del exvicepresidente, desafiando la inmunidad diplomática de la embajada mexicana y desencadenando una crisis internacional.
Este capítulo turbulento en la vida de Jorge Glas pone de relieve los complejos entramados de la política y la justicia en América Latina, donde los límites entre la legalidad y la diplomacia pueden difuminarse fácilmente.
A medida que el caso continúa desarrollándose, queda por verse qué repercusiones tendrá esta saga en el futuro político de la región y en las relaciones entre Ecuador y México.