Los incendios forestales azotan el oeste de Canadá, desencadenando una crisis de evacuación mientras el país se enfrenta a la primera ola de fuegos de la temporada. Miles de personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares debido a la propagación descontrolada de centenares de incendios, con consecuencias que se extienden más allá de las provincias afectadas. Las autoridades advierten sobre la grave deterioración de la calidad del aire en toda la región.
En Columbia Británica, la situación es especialmente crítica, con la evacuación de miles de residentes de las comunidades de Northern Rockies y las Primeras Naciones de Fort Nelson. El alcalde de Northern Rockies, Rob Fraser, señaló que el incendio, que abarca más de 2.483 hectáreas, se desencadenó por un árbol caído debido a fuertes vientos que impactaron una línea eléctrica.
La sequía extrema ha exacerbado la crisis, con condiciones de nivel 5, el más alto registrado, dificultando los esfuerzos para contener los incendios. Las llamas rodean las áreas habitadas, amenazando la seguridad de los residentes y desafiando los recursos de extinción disponibles.
En Alberta, la provincia vecina, la situación no es menos grave. Con 43 incendios activos, la ciudad de Fort McMurray está en alerta ante la posibilidad de una evacuación inminente. Esta comunidad, que ya sufrió una devastadora tragedia en 2016, cuando un incendio destruyó miles de hogares y desplazó a decenas de miles de personas, enfrenta nuevamente la amenaza del fuego.
Las evacuaciones también se han ordenado en otras ciudades de Alberta y Manitoba, mientras que los fuertes vientos propagan el humo por todo el oeste del país, afectando a áreas urbanas densamente pobladas. El gobierno federal ha emitido advertencias sobre los riesgos para la salud debido a la mala calidad del aire, que alcanza niveles «muy elevados» en algunas regiones.
Esta emergencia recuerda la devastadora temporada de incendios del año anterior, cuando más de 15 millones de hectáreas fueron consumidas por las llamas, marcando un récord histórico para el país. La tragedia cobró la vida de ocho bomberos y obligó a la evacuación de más de 230.000 personas en todo el país.
Las comunidades afectadas se preparan para enfrentar lo peor, mientras los equipos de emergencia luchan incansablemente contra el avance de las llamas. Sin embargo, la situación sigue siendo volátil y el pronóstico a largo plazo es incierto. Se necesitará un esfuerzo concertado a nivel nacional e internacional para contener esta crisis y proteger a las personas y los recursos naturales de Canadá.