Vivien Leigh, más que un rostro hermoso

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A 110 años de su nacimiento, se le recuerda como una de las mejores actrices y siempre como Scarlett O´Hara

Se le definió como la mujer que nunca dio una mala actuación, y sus papeles en cintas como Lo que el viento se llevó, Un tranvía llamado deseo o Ana Karenina, entre otros, dan cuenta de ello. El 5 de noviembre de 1913, en Darjeeling, India, nació Vivien Leigh, actriz que a 110 años de su nacimiento sigue siendo recordada como una de las más bellas de la industria cinematográfica.

Ganó 2 premios de la Academia a la Mejor Actriz, por su interpretación de Scarlett O’Hara en Lo que el viento se llevó, su papel más conocido, y su papel de Blanche DuBois en Un tranvía llamado deseo. No sólo fue su talento lo que la hizo brillar, sino también la belleza de su espíritu. Todos aquellos que trabajaron con ella, siempre mencionaron su bondad y su capacidad de trabajar en equipo.

Vivien Leigh y Laurence Olivier, 1942

Comenzó su carrera como actriz en Londres, y allí conoció a su primer marido, el abogado Leigh Holman, con quien siendo muy joven tuvo a su única hija, Suzanne. Cinco años después conoció a Laurence Olivier, quien también estaba casado. Fue tal el flechazo que ambos decidieron divorciarse e iniciar una vida juntos. Chisme aparte, se convirtieron en la pareja del momento en un naciente y clamoroso Hollywood, en donde hicieron su carrera.

Vivien Leigh en Lo que el viento se llevó

Fue a finales de los años 30 cuando a Vivien le llegó el papel que la marcaría para toda su vida, Scarlett O’Hara, la carismática protagonista de la novela de 1936 de Margaret Mitchell, que fue llevada a la pantalla y que ganó 10 premios de la Academia. En la cinta Vivien hace el papel de una joven vanidosa, caprichosa, manipuladora y temperamental; consciente de sus encantos y le encanta coquetear con los hombres. Si algo caracteriza a este personaje es la perseverancia y empeño que pone para conseguir lo que quiere, no en balde una de las frases icónicas del cine viene de este filme: “A Dios pongo por testigo de que jamás volveré a pasar hambre”, Scarlett O´Hara.

Tras el éxito, Vivien no la pasaba bien. Tenía peleas escandalosas con su marido, quien se asoció para poner una compañía teatral. Lo problemas maritales, poco a poco fueron ocupando el trabajo y los compañeros que le reconocían como buena colega, la desconocían, porque así como estallaba en cólera, después era muy amable y parecía no recordar ningún insulto que profirió.

Eran los años cincuenta y poco se sabía del trastorno bipolar, por lo que a Viven la catalogaron de histérica. Eso fue mermando en su trabajo, y obvio, en su matrimonio. Se divorció de Olivier en 1961, de manera amistosa; ambos compartían una historia y se conocían muy bien.

Entre colapsos nerviosos y ataques de euforia, Vivien siguió trabajando en cine y en teatro, sobre todo en Londres. No fue fácil para directores y actores, y sin embargo ella daba lo mejor y el resultado eran grandes actuaciones. El 7 de julio de 1967, tras una aparente recuperación de tuberculosis, fue encontrada muerta en su habitación; sus pulmones se llenaron de líquido y se asfixió. Su fallecimiento se dio a conocer públicamente el 8 de julio y las luces de todos los teatros del centro de Londres se apagaron durante una hora.

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