La cinta de Maryam Touzani se presenta en Venecia y explora la memoria y la identidad a través de los ojos de la destacada actriz española
La directora marroquí Maryam Touzani vuelve a conectar con sus raíces personales y culturales en su más reciente película, “Calle Málaga”, una historia íntima sobre la memoria, la identidad y el inevitable paso del tiempo, presentada en la Mostra de Venecia.

El filme está protagonizado por Carmen Maura, quien interpreta a María Ángeles, una mujer española que ha vivido toda su vida en Tánger. La tranquilidad de su rutina se ve alterada con la llegada de su hija Clara (interpretada por Marta Etura), que regresa desde Madrid después de años sin verse. Sin embargo, lo que inicialmente parece una visita familiar, pronto se transforma en un enfrentamiento emocional: Clara no solo viene a ver a su madre, sino a anunciar que planea vender el piso donde esta vive, del cual es propietaria legal, y llevarla con ella a la capital española.
Detrás de esta historia se esconde un proceso personal para Touzani. La directora confiesa que el germen del proyecto fue la muerte de su madre, ocurrida dos años atrás. “No me propuse hacer una película en español, pero necesitaba seguir escuchando ese idioma, seguir oliendo los platos que cocinaba mi madre”, relata con emoción. Fue en español, con su madre y su abuela andaluza, con quienes construyó gran parte de su identidad afectiva. “Era nuestro lenguaje común, nuestro puente”.

Durante la entrevista en Venecia, Touzani alterna el francés con expresiones en español cuando habla de su familia y de Carmen Maura, a quien describe con ternura como alguien que conserva «una mirada de niña traviesa». Aunque el personaje de María Ángeles no fue escrito con ella en mente, la conexión fue inmediata. “Cuando la conocí y la miré por primera vez, supe que había algo especial. Sentí que todavía vivía en ella la niña que alguna vez fue”.
Para empaparse del ambiente tangerino, Maura, que el 15 de septiembre cumplirá 80 años, se instaló varias semanas en la ciudad antes de comenzar el rodaje. La película toma su nombre de la calle donde Touzani creció y en la que se inspira para construir un retrato de una ciudad que es, al mismo tiempo, un espacio físico y emocional. “Mi identidad está hecha de muchas capas, y Tánger es una de las más profundas”, comenta.

Uno de los grandes logros del filme es cómo aborda la vejez desde una óptica poco habitual. “No quería mostrar la vejez como fragilidad ni convertirla en una caricatura”, explica Touzani. “Quise presentarla como una etapa poderosa, llena de matices, de humor y de resistencia”. En este sentido, el personaje de María Ángeles se convierte en una figura entrañable, que se enfrenta con dignidad —y un sutil sentido del humor— al intento de su hija por imponerle una nueva vida lejos de su hogar.
La directora también reconoce que se inspiró en historias reales de españoles que, como su abuela y muchas de sus amigas, decidieron quedarse en Tánger hasta el final de sus días. “No era solo un lugar para ellas, era una forma de vida, un vínculo profundo que no podían romper”.

Uno de los momentos más simbólicos del filme ocurre en la cocina: Maura, concentrada, prepara croquetas mientras suena la voz nostálgica de María Dolores Pradera. Esa escena, aparentemente sencilla, condensa todo el universo emocional de la cinta: el amor, la ausencia, la herencia emocional que pasa de generación en generación.
Calle Málaga es, en el fondo, un homenaje a las mujeres que marcaron la vida de Touzani: su madre, su abuela y todas aquellas que encuentran en lo cotidiano una forma de resistencia. Una película que invita a mirar la vejez, la pérdida y la identidad con nuevos ojos, y que confirma a Maryam Touzani como una de las voces más sensibles y personales del cine contemporáneo.