La escritora estuvo acompañada del autor Alberto Ruy Sánchez en la Feria Internacional del Libro de Coyoacán
La escritora Margo Glantz, una de las figuras literarias más importantes de México y residente ilustre de Coyoacán, recibió este sábado un emotivo homenaje en el marco de la Feria Internacional del Libro de la demarcación, celebrado en el soleado Jardín Hidalgo.
Rodeada de familiares, amigos y admiradores, Glantz, quien nació en la Ciudad de México en 1930, se convirtió en la protagonista de un evento que celebró su extensa y prolífica trayectoria literaria. El escritor Alberto Ruy Sánchez, quien fungió como presentador del homenaje, dedicó palabras de elogio a la homenajeada, destacando su erudición, su versatilidad y su capacidad para desafiar las categorías literarias tradicionales.
«Margo es, por supuesto, una persona que es protagonista de la vida cotidiana cultural de México, pero también protagonista de varios mundos, del mundo universitario, por supuesto, del mundo de los escritores, por supuesto, y si ustedes dicen ‘¿en qué rango está?’, pues ella está en el primer rango de todos», afirmó Ruy Sánchez.
Glantz, con su característica sonrisa y buen humor, agradeció las palabras de su colega y compartió con el público anécdotas sobre algunos de sus libros, los cuales firmó gustosamente al finalizar el evento.
A petición de Ruy Sánchez, la escritora dedicó gran parte del homenaje a hablar sobre Las genealogías (1981), una autobiografía familiar que construyó a partir de entrevistas semanales con sus padres, a lo largo de 72 sesiones, utilizando la comida hogareña como mediadora de sus conversaciones.
«Logré hacer una vida de mis padres que no conocía. Yo sabía que eran mis padres, la cosa más cercana que tiene uno, más visceral, más extraordinaria en muchos sentidos, pero no sabía yo cómo habían vivido sus infancias, cómo era la tierra donde nacieron», relató la escritora.
Las anécdotas, originalmente publicadas en su columna del diario Unomásuno, comienzan con la infancia de sus padres en comunidades judías de Ucrania y continúan con la migración que tuvieron que emprender hacia México a los 25 años,huyendo de los turbulentos tiempos de la Revolución rusa.
Algunos de estos recuerdos son alegres, como la amistad de su padre con el pintor Marc Chagall, pero también hay lugar para episodios más oscuros, como el intento de linchamiento que sufrió su padre en la Ciudad de México.
«Era el principio del nazismo, el principio de un mundo que no imaginábamos que iba a poder ser posible, el principio de una industria de la muerte, como dijo Heidegger, que también era nazi en alguna medida, o bastante, y, sin embargo, para mí fue algo decisivo el problema del probable linchamiento de mi padre, del antisemitismo brutal que había en ese momento y que ahora está resurgiendo de manera brutal», señaló Glantz.
El libro se complementa con un viaje que la propia escritora realizó a Ucrania para conocer, de primera mano, los paisajes que le habían descrito sus padres.
Una obra inclasificable y una voz única
En cuanto a la obra general de la homenajeada, Ruy Sánchez destacó tanto su erudición como la dificultad para encasillarla en un género específico.
«Margo es una sabia. Del tema que ustedes digan que es importante, Margo lo conoce, pero ese tema que es importante,muchas veces es importante porque Margo ha escrito sobre él, y eso es de verdad increíble», celebró.
«Aparte de todo, ella siempre ha escrito textos que luego la gente clasifica como cuentos, novelas, relatos, lo que se le pegue la gana a la gente, porque luego, ahora ya menos, pero uno comienza a escribir lo que sea, luego les cuesta trabajo decir ‘no, eso no es una novela’, o lo que sea, pero Margo ha hecho que se imponga y que sea aceptado un género que se llama ‘lo que se me pegue la gana'», abundó.
Una apreciación que la autora reconoce, sobre todo, en las obras que escribió al inicio de su carrera.
«Yo, al principio, lo que escribía era absolutamente poco canónico. Nunca me lo querían publicar», expuso.
Esto la llevó a relatar la historia de la publicación de sus dos primeros libros, «Las mil y una calorías, novela dietética» (1978) y «Doscientas ballenas azules» (1979), ambos tan difíciles de llevar a la imprenta y tan disímiles entre sí que tuvieron que ser pagados por ella misma.