La científica británica cambió para siempre la comprensión del comportamiento animal y dedicó su vida a la defensa de los primates y del medio ambiente
La etóloga y conservacionista británica Jane Goodall, reconocida mundialmente por su trabajo con chimpancés salvajes y su incansable defensa del medio ambiente, falleció a los 91 años. Su muerte marca el fin de una era para la ciencia, la conservación y el activismo ambiental.

Goodall transformó la comprensión científica sobre los primates a partir de sus observaciones en el Parque Nacional de Gombe, en Tanzania, iniciadas en la década de 1960. Sus descubrimientos —como el uso de herramientas por parte de los chimpancés, la complejidad de sus relaciones sociales y la expresión de emociones— desafiaron las ideas tradicionales sobre lo que nos separa del resto de los animales.

Su trabajo fue ampliamente difundido a través de documentales producidos por National Geographic, que acercaron al gran público la vida de los chimpancés y consolidaron su figura como referente mundial en el estudio del comportamiento animal.
A lo largo de su carrera, Goodall fue distinguida con múltiples reconocimientos internacionales. En 2002 fue nombrada Mensajera de la Paz de la ONU, y fundó el Instituto Jane Goodall, organización dedicada a la investigación, la conservación y la educación ambiental.

Más allá de sus contribuciones científicas, Goodall se convirtió en una figura ética y moral en el ámbito del ambientalismo. Promovió una relación más compasiva entre los humanos y la naturaleza, y dedicó sus últimos años a viajar por el mundo para hablar sobre conservación, derechos animales y el cambio climático.
«Nos enseñó a vernos reflejados en los chimpancés y a tener esperanza en la naturaleza», expresó uno de los mensajes de despedida compartidos tras su muerte. Su legado continúa en la investigación que inspiró, en los programas de conservación que impulsó y en las generaciones de jóvenes a quienes motivó a actuar por el planeta.
