Debido al calentamiento global Venezuela se convierte en el primer país del mundo en perder una zona de glaciares ubicada en Los Andes venezolanos en el estado de Mérida.
Así se veía hace poco el último pedazo de glaciar de Venezuela
Un Adiós Inesperado
El último glaciar de Venezuela, conocido como La Corona, ha desaparecido a pesar de los esfuerzos del gobierno por preservarlo. La Corona, una vez una extensa masa de hielo de más de 1,100 hectáreas, se redujo a menos de cinco antes de su desaparición. Esto marca a Venezuela como el primer país de los Andes en quedarse sin glaciares, una realidad que los científicos han estado anticipando.
La Previsión de los Científicos
Los científicos han advertido que el calentamiento global podría eliminar todos los glaciares del norte de los Andes para el año 2050. Esta región incluye partes de Venezuela, Colombia y Ecuador. Alejandra Melfo, astrofísica de la Universidad de los Andes de Mérida, señaló que los glaciares tropicales han estado desapareciendo rápidamente desde los años setenta. “Ahora la gente siente la ausencia”, afirmó Melfo.
Hace solo 40 años, Venezuela tenía al menos tres glaciares en el parque nacional Sierra Nevada, visibles desde Mérida. La Concha desapareció en 1990 y La Columna en 2017, dejando a La Corona como el último glaciar, ubicado a cinco kilómetros de altura en el pico Humboldt.
Esquema de desaparición del glaciar
Esfuerzos para Salvar La Corona
En un intento por salvar lo que quedaba de La Corona, el gobierno del presidente Nicolás Maduro anunció en diciembre la compra de 83,000 pies cuadrados de cubierta geotérmica para proteger el glaciar. El gobernador de Mérida, Jehyson Guzmán, describió este esfuerzo como “un granito de arena” para reducir la incidencia de los rayos solares sobre la roca que rodea al glaciar.
El gobierno explicó que la malla de polipropileno, usada en Suiza para proteger glaciares, sería desplegada. Sin embargo, investigadores de la Universidad de Friburgo concluyeron en 2021 que esta solución no era viable a gran escala. Además, científicos venezolanos advirtieron que la cubierta podría liberar microplásticos dañinos al medio ambiente. Julio César Centeno, asesor de la ONU, calificó el esfuerzo como “ilusorio” y planeó pedir al Tribunal Supremo de Venezuela que detuviera la iniciativa.
Reacciones y Consecuencias
La desaparición de La Corona no fue una sorpresa en Mérida. Jayme Bautista, montañero y consultor medioambiental, comentó: “Nos habíamos despedido de él hace mucho tiempo”. Luis Daniel Llambi, ecólogo de la Universidad de los Andes, señaló que a esta velocidad, Venezuela podría quedarse sin hielo en solo cinco años.
Alfredo Autierio, guía turístico, ha observado la transformación de la región desde los años setenta. “La montaña pierde su blanco y mi barba se vuelve más blanca”, expresó. Está preocupado por que las generaciones actuales sean las últimas en ver hielo en los Andes. “El gran problema que tenemos es que nos sentimos ajenos al entorno en el que vivimos”, añadió.
Un Pequeño Rayo de Esperanza
Aunque la pérdida de los glaciares es devastadora, los científicos han encontrado un resquicio de esperanza. El retroceso del hielo ha permitido el estudio de fauna y flora que antes era inaccesible. Han identificado al menos siete especies de líquenes desconocidas y observado el crecimiento de un nuevo ecosistema a grandes altitudes.
Sin embargo, esta pequeña ganancia no compensa la pérdida de los glaciares, que están íntimamente ligados a la identidad cultural de la región. Melfo señaló que esta relación intensifica el dolor por la desaparición de La Corona. “Es un momento triste para todos nosotros en Mérida”, concluyó. “No es poca cosa ver cómo desaparece un glaciar”.
Hace algunos años se podía ver nevado el glaciar recuperando en parte su extensión
La desaparición de La Corona en Venezuela subraya la urgencia de tomar medidas significativas contra el cambio climático. La Iniciativa Internacional sobre el Clima de la Criosfera enfatiza que aún no es demasiado tarde para reducir las emisiones de CO2 y salvar muchos glaciares. Aunque la pérdida de más glaciares es inevitable, la reducción rápida de emisiones podría tener enormes beneficios para la seguridad energética, hídrica y alimentaria a nivel mundial.
Este es un recordatorio sombrío de los efectos del calentamiento global y un llamado a la acción para preservar lo que queda de los glaciares en los Andes y en todo el mundo.