Marcela Lagarde: su «crimen» contra el feminismo

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El día de ayer se dio a conocer que la pensadora y activista feminista Marcela Lagarde y de Los Ríos, pionera y promotora de la Ley de Acceso a las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, fue atacada durante su participación en una conferencia sobre historia del feminismo en la Universidad Complutense de Madrid.

Bajo consignas como “Aquí está el lobby trans” y “Fuera terfas (feministas radicales transexcluyentes) de la universidad”, activistas trans interrumpieron el discurso de Lagarde cuando hablaba sobre el borrado histórico de las mujeres a lo largo de los siglos y la necesidad de recuperar la genealogía feminista, los hallazgos y las historias de todas ellas.

“Sobrevivir como feminista y como mujer en algunas partes del mundo es un reto”, ha dicho la académica. Retrocedamos un poco: ¿Qué es lo que ha pasado con Lagarde?

De qué acusan a Lagarde
El debate detrás del ataque a una de las pensadoras más vigentes dentro del Feminismo Mexicano y su incursión en la agenda pública internacional es más complejo de lo que parece: reúne varios años de construcción de discursos que han dividido al movimiento y permitido el despliegue de discursos conservadores que representan regresiones.

Pensadoras como Marcela Lagarde han defendido que el género es una construcción social que tiene como origen los cuerpos sexuados. 

A lo largo de la vida de las personas, el hecho de haber nacido con un pene o una vagina, determina la forma en la que serán tratados, validados y abrazados por la sociedad en su conjunto, atribuyendo privilegios a unas, en detrimento de otras, elementos que llegan a una de sus mayores expresiones a través del matrimonio, institución normaliza el uso de la fuerza de trabajo y el cuerpo de las mujeres a favor de la supremacía masculina. 

Lo anterior quiere decir que es la cultura, y no el sexo biológico por sí mismo, el que determina lo que las personas son dentro del entramado social. Y que esto determina quienes son en su cotidianidad: aspiraciones, miedos y potencias están determinados por aquello que a cada cuerpo se le ha permitido, o no, ser.

El movimiento Trans, por otro lado, producto de años de lucha desde las filas del más amplio movimiento LGBTTTI+, ha sostenido (sobre todo durante los últimos años, a la luz de autoras como Judith Butler) que el género, en tanto invención social, es proclive de deconstrucción y que, por lo tanto, aún con el cuerpo con el que se nace, lo que cualquier persona detente frente al mundo es una “decisión”. 

Sin embargo, y aunque esta afirmación es parcialmente cierta, los cuerpos y lo que se piensa de ellos, no se deconstruyen: se encuentran normados por culturas que, desde la casa hasta la plaza pública, la cama, los cuarteles, los trabajos, el transporte, serán leídos como cuerpos sexuados y tratados como tal; de ahí que, aún con una propuesta deconstruccionista desde los individuos, los cuerpos seguirán siendo leídos como mujeres, o varones, biológicos, y tratados como tal.

Esta postura es importante porque leyes han sido promovidas, detenidas, tratadas como prioridad, o desdeñadas, a la luz de esta lectura de la realidad. También, desde la visión (y posiciones de poder) que estos cuerpos sexuados perciben como válido o no, temas como los vientres de alquiler, o el ejercicio de la prostitución, son avalados y defendidos incluso desde organizaciones que lucha a favor de los derechos de las mujeres. 

Otro ejemplo: en México el avance de temas como la inclusión del VPH como prioridad en materia de Salud Pública ha sido relegado a lo largo de los años (se calcula que, en México, un 90% de las mujeres lo han tenido al menos una vez en su vida, siendo una de las principales causas de cáncer cérvico uterino), en contraste con leyes en materia de reconocimiento de la transexualidad. 

Las prioridades, como la manera de entender los cuerpos, las decisiones y la mirada desde el poder configurado como tal, han impactado en la vida de quienes han nacido mujeres y se desenvuelven como tal a lo largo de su vida. A la defensa de esta postura se le ha llamado “TERF” (por sus siglas en inglés: Trans-Exclusionary Radical Feminist); se le denosta por “radical” y “excluyente”. En un contexto donde +11 mujeres son asesinadas al día en países como México, donde Lagarde acuñó, desde hace más de 11 años, el término “feminicidio”.

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El Transfeminismo ha conquistado la Academia y, con ello, normalizado posturas que representan, más que un avance a favor de los derechos, serias regresiones que mantienen intacto el origen del problema. 

El atentado contra el feminismo
Lo sucedido a Marcela Lagarde no se trata, como ningún tema político, de un encontronazo unipersonal entre activistas y filósofa: es una disputa de sentido entre lo que actualmente representan dos posturas encontradas dentro del Movimiento Feminista a nivel internacional.

Organizaciones en México simpatizan con una bandera que, desde la defensa de posturas como la del Transfeminismo, buscan normalizar temas como los vientres de alquiler que justifican el uso de los cuerpos de las mujeres a la luz de transacciones económicas. Algo no muy lejano a lo que sucede con el denominado “trabajo sexual”, posturas ambas que no cuestionan el a quién beneficia el uso del cuerpo de las mujeres, y desde qué posturas, aún si se trata de una transacción económica. 

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En una sociedad que coacciona y trafica con los cuerpos y los derechos de las mujeres: ¿Qué lugar real tiene el “libre albedrío” frente al cuerpo, los derechos, la sexualidad? ¿Es realmente libre?

Las legislaciones, las interlocuciones y los avances que, abrazando los derechos de las mujeres, promuevan vidas libres de violencia, requieren una revisión profunda de lo que comprendemos legítimo y vigente. Reconocer que uno de los problemas más relevantes que la agenda feminista pone en la palestra pública en este momento es el asesinato de mujeres, que va antecedido de una postura que ve en las mujeres uso y despojo. 

En redes sociales, feministas mexicanas de diferentes corrientes han mostrado su apoyo a Lagarde, una mujer que ha dedicado su vida a la defensa de los derechos de las mujeres. Presidió la Comisión Especial para dar seguimiento a los feminicidios en la República Mexicana y participó en la redacción de la Ley General de Acceso de las Mujeres a Una Vida Libre de Violencia, de leyes locales y del delito de feminicidio.

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